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RECUERDA QUE
Los órganos linfáticos tienen varias características en común con las glándulas exocrinas: cápsula, tabiques, estroma y parénquima. Repasar el significado de esos términos y sus relaciones estructurales puede ayudarte a comprender mejor la anatomía de los órganos linfáticos (consúltese la sección 5.5b).
Los mecanismos del flujo de la linfa son similares a los del retorno venoso de la sangre (consúltese la sección 20.4a).
Los leucocitos están profundamente involucrados en la inmunidad y la defensa de diversas formas. Puedes hacer un repaso más fácil acerca de los tipos, el aspecto y las funciones de los leucocitos en el cuadro 18.6.
Las acciones de las células inmunitarias contra los agentes patógenos incluyen los procesos de fagocitosis, endocitosis mediada por receptores y exocitosis descritos en la sección 3.3f.
Los eicosanoides presentados en la sección 17.6 desempeñan múltiples funciones importantes en los procesos inmunitarios descritos en este capítulo.
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Saber que el cuerpo humano alberga al menos tantas células bacterianas como células humanas puede tomarte por sorpresa, aunque no debería ser así. Después de todo, la homeostasis humana, además de funcionar maravillosamente para mantener nuestra vida, también proporciona un hábitat predecible, cálido, húmedo y nutritivo para nuestros invitados internos. Resulta increíble que el cuerpo no sea invadido y consumido por los microorganismos, lo que de hecho ocurre rápidamente cuando morimos y cesa la homeostasis.
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Muchos de estos microorganismos invitados son beneficiosos o incluso necesarios para la salud humana, pero algunos tienen el potencial de causar enfermedades cuando se salen de control. Más aún, nuestro cuerpo está expuesto constantemente a nuevos invasores a través de la comida y el agua que consumimos, el aire que respiramos y las superficies que tocamos. Debemos tener algún mecanismo para mantener bajo control a estos posibles colonos.
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Una de estas defensas fue descubierta en 1882 por un zoólogo ruso, temperamental e intenso, Elie Metchnikoff (1845–1916). Cuando estudiaba las pequeñas larvas transparentes de la estrella de mar, Metchnikoff observó células móviles que vagaban por todo su cuerpo. Al principio, pensó que debían ser células digestivas, pero cuando vio células similares en las anémonas de mar ingiriendo partículas de tinta no nutritivas que les inyectaba, pensó que debían desempeñar un papel defensivo. Metchnikoff sabía que también existían células móviles en la sangre y el pus humano y que cuando una astilla se introducía a través de la piel, la rodeaban con rapidez. Por esta razón decidió experimentar para ver si las células de las estrellas de mar hacían lo mismo. Atravesó una larva de estrella de mar con la espina de una rosa y a la mañana siguiente encontró la espina rodeada con células que, al parecer, trataban de devorarla. Más tarde vio células similares devorando ...