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RECUERDA QUE
El estudio de la anatomía respiratoria se basará en tu conocimiento de las membranas mucosas y serosas (consúltese la sección 5.5c), las capas parietal y visceral de las membranas torácicas (consúltese el atlas A, sección A.3b), y los epitelios escamoso simple y cilíndrico pseudoestratificado ciliado (consúltese el cuadro 5.2).
Al leer sobre ventilación pulmonar es posible que desees consultar los músculos primarios de la respiración (consúltese el cuadro 10.4) y los músculos accesorios que contribuyen a la respiración (consúltense los cuadros 10.5, 10.6 y 10.7).
Un repaso de los contenidos sobre el bulbo raquídeo y el puente del tronco encefálico te ayudará a comprender los centros de control respiratorio ubicados allí (consúltense las secciones 14.3a–14.3b).
El flujo de aire respiratorio y el intercambio de gases dependen de la diferencia en los gradientes de concentración (consúltese la sección 1.6e) y los efectos de la presión y la resistencia al flujo de fluidos (consúltese la sección 19.5a).
La difusión y los factores que afectan su velocidad son fundamentales para el intercambio de gases en los pulmones y los tejidos periféricos (consúltese la sección 3.3b).
Es necesario conocer la estructura de la hemoglobina para comprender el transporte de oxígeno en la sangre (consúltese la sección 18.2b).
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La respiración representa la vida. La primera respiración de un bebé y el último suspiro de una persona agonizante son los dos momentos más impactantes de la experiencia humana. Pero ¿por qué respiramos? Se debe al hecho de que casi todo el metabolismo, de manera directa o indirecta, requiere trifosfato de adenosina (ATP, adenosin triphosphate). La mayor parte de la síntesis de ATP requiere oxígeno y genera dióxido de carbono, lo que lleva a la necesidad de respirar para proporcionar el primero y eliminar el segundo. El sistema respiratorio consta, en esencia, de conductos que llevan aire a los pulmones, donde el oxígeno se difunde en la sangre y se elimina el dióxido de carbono.
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El sistema respiratorio y el sistema cardiovascular colaboran para llevar oxígeno a los tejidos de todo el cuerpo y transportar el dióxido de carbono a los pulmones para eliminarlo. Estos dos sistemas no solo tienen una cercanía espacial en la cavidad torácica, sino que también tienen una estrecha relación funcional que en conjunto a menudo se denomina sistema cardiopulmonar. Un trastorno que afecta a los pulmones tiene efectos directos y pronunciados en el corazón, y viceversa. Como se analiza en los dos capítulos siguientes, el sistema respiratorio también trabaja de cerca con el urinario para regular el equilibrio ácido-base del cuerpo, que es la razón por la que se consideran estos sistemas de manera consecutiva en este grupo de capítulos.