El tratamiento de la micosis fungoide es complejo. No se ha demostrado que el tratamiento oportuno y enérgico sane o evite la progresión de la enfermedad. Al principio, se suministran tratamientos dirigidos a la piel que incluyan corticoesteroides tópicos, mecloretamina tópica, gel de bexaroteno y fototerapia ultravioleta. Si la enfermedad avanza, se usan PUVA más retinoides, PUVA más interferón, fotoféresis extracorporal, bexaroteno, inhibidores de la histona desacetilasa (romidepsina o vorinostat), inmunomoduladores dirigidos (brentuximab, mogamulizumab) y tratamiento cutáneo total con haz electrónico.