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Casi todos los casos de epistaxis anterior se tratan de forma satisfactoria con presión directa sobre el sitio mediante compresión directa de las narinas durante 15 min (efig. 8–4). La presión venosa se reduce en posición sedente y una inclinación ligera hacia el frente disminuye la deglución de sangre. También pueden ser útiles los descongestionantes tópicos nasales de acción corta (p. ej., fenilefrina, solución al 0.125% a 1%, una o dos pulverizaciones) que actúan como vasoconstrictores. Cuando la hemorragia no cede con facilidad, se explora la nariz con buena iluminación y un dispositivo de aspiración para tratar de localizar el sitio de la hemorragia. La cocaína tópica al 4%, aplicada en forma de pulverizaciones o con una tira de algodón, sirve como anestésico y vasoconstrictor. Si no se cuenta con cocaína, un descongestionante tópico (p. ej., oximetazolina) y un anestésico tópico (como tetracaína o lidocaína) producen resultados similares. Cuando el sitio hemorrágico es visible, se cauteriza con nitrato de plata, diatermia o electrocauterio. Un parche complementario de malla hemostática absorbible o esponja de gelatina absorbible sirve de barrera a la humedad, al igual que el ungüento con base de petróleo, para evitar la sequedad y la formación de costras. La warfarina puede continuarse en caso de epistaxis controlada, aunque en estos pacientes es preferible un tapón reabsorbible.
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En ocasiones no es posible llegar al sitio de la hemorragia para controlarla de manera directa, o bien los intentos por controlarla carecen de efecto. En tales casos las alternativas son diversas. Cuando el sitio de hemorragia es anterior, un sellador hemostático, un tapón nasal neumático o de otro tipo, o el taponamiento nasal anterior pueden ser suficientes, ya que este último puede crearse con muchos centímetros de gasa con yodoformo lubricada colocada en forma sistemática en el piso nasal y luego en la cúpula de la nariz.
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En la cavidad nasal posterior se origina cerca del 5% de las hemorragias nasales que se vinculan menudo con enfermedad ateroesclerótica e hipertensión. Si la hemorragia no se controla con taponamiento nasal neumático anterior, quizá sea necesario ocluir las coanas antes de introducir dicho taponamiento (efig. 8–5). En el caso de una urgencia, los nuevos paquetes con globo doble facilitan el control rápido de la hemorragia con poco o ningún traumatismo de la mucosa. Debido a que dichos globos pueden ser incómodos, la hemorragia puede persistir y en ocasiones surge un síncope vasovagal, está indicada la hospitalización por varios días. El tapón nasal posterior es bastante incómodo y puede requerir analgésico opioide para controlar el dolor.
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El tratamiento quirúrgico de la epistaxis mediante la ligadura del aporte arterial nasal (arteria maxilar interna y arterias etmoidales) es una alternativa al taponamiento nasal posterior. La técnica más frecuente para el tratamiento quirúrgico es la ligadura endoscópica de la arteria esfenopalatina. Este método tiene una eficacia publicada de 73% a 100% en estudios; sin embargo, puede dejar intactas las hemorragias causadas en el territorio de la arteria etmoidal. Como alternativa, el control endovascular de la epistaxis es muy eficaz (75% a 92%) y puede corregir todas las fuentes de hemorragia intranasal, salvo las de la arteria etmoidal anterior. Su empleo puede reservarse para la falla de la técnica quirúrgica, ya que se acompaña de un riesgo de 1.1% a 1.5% de apoplejía.
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Después de controlar la epistaxis, se recomienda al paciente no pujar o realizar ejercicio intenso por varios días. Se aplica con frecuencia solución salina a los tapones nasales para mantenerlos húmedos. También se recomienda evitar el consumo de alimentos calientes o muy condimentados y la exposición a humo de tabaco, dado que causan vasodilatación nasal. Es indispensable evitar los traumatismos nasales, lo que incluye rascarse la nariz. La lubricación con vaselina o ungüento de bacitracina, así como el incremento de la humedad ambiental, son medidas auxiliares útiles. Por último, está indicado el uso de antibióticos contra estafilococos (como cefalexina VO, 500 mg cuatro veces al día, o clindamicina VO, 150 mg cuatro veces al día) para reducir el riesgo del síndrome de choque tóxico en tanto permanece en su sitio el taponamiento (al menos cinco días).