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INTRODUCCIÓN

El delirio puede ocurrir después de cualquier cirugía mayor, pero es en particular común después de reparación de fracturas de cadera y cirugía cardiovascular, con incidencias entre 30% a 60%. El delirio posoperatorio se ha relacionado con tasas más elevadas de complicaciones cardiacas y pulmonares posoperatorias, mala recuperación funcional, mayor estancia hospitalaria, incremento en el riesgo de demencia subsiguiente y de disminución de la capacidad funcional y aumento de la mortalidad. La American Geriatrics Society recomienda la detección preoperatoria de pacientes con factores de riesgo para delirio: edad > 65 años, afección cognitiva crónica o demencia, enfermedad grave, mala visión o agudeza auditiva y presencia de infecciones. Los pacientes con cualquiera de estos factores de riesgo deben ser incluidos en un programa de prevención del delirio, no farmacológico, que considere múltiples componentes para su aplicación después de la operación, lo que incluye intervenciones como reorientación, higiene del sueño, cuidados intestinales y vesicales, movilización y fisioterapia y la eliminación de fármacos innecesarios. La evidencia de calidad moderada apoya el uso de estas intervenciones no farmacológicas.

Solo una minoría de pacientes con delirio posoperatorio tendrá una causa única y reversible para su alteración (véase Delirio, cap. 4). La valoración del paciente con delirio debe descartar alteraciones electrolíticas, infecciones ocultas de vías urinarias y efectos secundarios de fármacos psicotrópicos como opioides, sedantes, fármacos anticolinérgicos y antiespasmódicos. El tratamiento conservador incluye la tranquilización del paciente y su reorientación, eliminación de fármacos innecesarios, catéteres intravenosos y urinarios y mantener al sujeto activo a lo largo del día mientras se permite el sueño ininterrumpido durante la noche. El uso de estrategias analgésicas posoperatorias multimodales puede reducir o evitar la necesidad de opioides. Cuando la agitación pone en riesgo la seguridad del paciente o del personal sanitario, se prefiere la administración de fármacos neurolépticos, administrados a la dosis eficaz más baja por el periodo más breve necesario, en lugar del uso de benzodiazepinas o de la restricción física. El delirio clínico aparente por lo general se resuelve a lo largo de varios días, aunque algunos pacientes sufren una disfunción cognitiva posoperatoria más sutil que puede durar semanas o meses después de la operación. Los pacientes que experimentan delirio posoperatorio tienen mayor probabilidad de desarrollar disfunción cognitiva posoperatoria subsiguiente.

La apoplejía complica menos de 1% de todos los procedimientos quirúrgicos, pero puede ocurrir en 1% a 6% de los pacientes sometidos a cirugía cardiaca o carotídea. La mayor parte de los casos de apoplejía en pacientes sometidos a cirugía cardiaca son de origen embólico y casi la mitad de ellos ocurren en el primer día posoperatorio. Un análisis retrospectivo encontró que los pacientes que previamente habían sufrido apoplejía tenían 18% de riesgo de infarto miocárdico, apoplejía recurrente o muerte de origen cardiaco si se sometían a cirugía no cardiaca en los tres meses previos a la apoplejía. Este riesgo disminuye con el paso del tiempo y alcanza su punto más bajo nueve meses ...

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