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La International Association for the Study of Pain (IASP) define el dolor como la sensación y experiencia sensorial desagradables relacionadas con daño hístico potencial o real o bien, descrito en términos de tales daños. El dolor agudo se resuelve en el periodo esperado de curación y cede en forma espontánea. El dolor crónico persiste más allá del periodo esperado de curación y es en sí mismo un estado patológico. En términos generales, el dolor crónico se define como aquel que se prolonga después de tres a seis meses, aunque la definición varía en términos del periodo de tiempo desde el inicio de la nocicepción. El dolor canceroso es una categoría especial por las formas singulares en que la neoplasia y sus tratamientos (cirugía, quimioterapia o radioterapia) pueden ocasionar un dolor agobiante. Por último, relacionado con el dolor canceroso, existe el dolor al final de la vida, para el cual las medidas para aliviar el sufrimiento pueden tomar prioridad sobre el restablecimiento de la función.
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El dolor es una carga mundial; en todo el mundo uno de cada cinco adultos sufre de dolor. En el año 2010, miembros de 130 países firmaron la declaración de Montreal, estableciendo que el acceso al tratamiento del dolor es un derecho fundamental del ser humano. Las primeras guías de los CDC para la prescripción de opioides por dolor crónico incluyeron el dolor crónico no neoplásico, dolor canceroso y dolor al final de la vida; dichas guías se publicaron en marzo de 2016 y continúan actualizándose.
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Dowell
D
et al. No shortcuts to safer opioid prescribing. N Engl J Med. 2019;380:2285.
[PubMed: 31018066]