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ACTUALIZACIONES CLÍNICAS CLAVE EN LA NEUMONÍA
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La procalcitonina no se recomienda como prueba para “descartar” la neumonía bacteriana; los estudios no han encontrado un umbral en el que la neumonía bacteriana pueda distinguirse de manera confiable de la neumonía viral con base en la concentración de procalcitonina.
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Se recomiendan el uso empírico de antibacterianos, al margen de la concentración de procalcitonina al momento de la presentación.
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Con base en los datos limitados y debido a la posibilidad de complicaciones (p. ej., hiperglucemia), las guías IDSA/ATS desaconsejan el uso de corticoesteroides en el tratamiento de la CAP de cualquier gravedad.
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Los corticoesteroides se recomiendan para pacientes con CAP que también podrían tener choque séptico grave, exacerbación aguda de asma o EPOC, o insuficiencia suprarrenal.
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Típicamente, la neumonía se ha considerado en términos del patógeno infectante (cuadro 9–8), (eFigs. 9–7, 9–8, 9–9, and 9–10), lo que facilita el análisis de sus manifestaciones clínicas, pero es una guía limitada en cuanto al tratamiento del paciente porque rara vez se dispone en la primera visita del paciente, de información microbiológica específica. Los esquemas de clasificación más recientes ponen énfasis en los factores epidemiológicos que pronostican las causas y orientan el tratamiento inicial. La neumonía se puede clasificar en las de origen extrahospitalario (CAP, community-acquired pneumonia) o la hospitalaria, y dentro de este último está la neumonía hospitalaria (HAP, hospital-acquired pneumonia) y la neumonía por uso de respirador mecánico (VAP, ventilator-associated pneumonia). Estas categorías se basan en entornos distintos y microorganismos infecciosos diversos y exigen intervenciones diagnósticas y terapéuticas diferentes. La neumonía y los abscesos pulmonares por microorganismos anaerobios pueden ser tanto de origen hospitalario como extrahospitalario, y justifican un análisis independiente.
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