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Las urgencias hipertensivas han sido cada vez menos frecuentes en los últimos años, aunque aún requieren diagnóstico rápido, así como tratamiento intensivo y cuidadoso. Están disponibles diversas presentaciones urgentes y el tratamiento apropiado varía de manera correspondiente.
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Las crisis hipertensivas son situaciones en las que es necesario reducir la presión arterial en el transcurso de unas cuantas horas. Esto incluye a pacientes con hipertensión grave asintomática (presión arterial sistólica > 220 mmHg o presión diastólica > 125 mmHg que persiste después del periodo de observación) e individuos con edema del disco óptico (eFig. 11–3), complicaciones progresivas de órgano blanco e hipertensión perioperatoria grave. Las cifras de presión arterial altas, aisladas (sin síntomas ni daño reciente o progresivo a órganos blanco) rara vez requieren tratamiento de urgencia. Casi nunca es necesaria la farmacoterapia parenteral y el objetivo es una disminución parcial de la presión arterial con alivio de los síntomas. Los fármacos orales efectivos son clonidina, captoprilo y nifedipina de liberación lenta.
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En las urgencias hipertensivas es necesario reducir de manera considerable la presión arterial en el transcurso de 1 h para evitar el riesgo de morbilidad grave o muerte. Aunque la presión arterial suele estar muy alta (diastólica > 130 mmHg), a menudo es limitada la correlación entre presión y daño orgánico final. Son las lesiones críticas múltiples a órganos las que determinan la gravedad de la urgencia hipertensiva y el método terapéutico. Las urgencias hipertensivas incluyen encefalopatía hipertensiva (cefalea, irritabilidad, confusión y alteración del estado mental por espasmo cerebrovascular), nefropatía hipertensiva (hematuria, proteinuria y lesión renal aguda por necrosis arteriolar e hiperplasia de la íntima de las arteriolas intralobulillares), hemorragia intracraneal, disección aórtica, preeclampsia-eclampsia, edema pulmonar, angina inestable o infarto miocárdico. La encefalopatía o la retinopatía hipertensiva (eFig. 11–3) que acompaña a la nefropatía se ha denominado históricamente como hipertensión maligna, pero el método terapéutico es idéntico al utilizado en otras urgencias hipertensivas.
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En casi todas las urgencias hipertensivas está indicado el tratamiento parenteral, en especial si hay encefalopatía. El objetivo inicial consiste en reducir la presión hasta un límite de 25% (en el transcurso de minutos a 1 o 2 h) y a continuación hasta una cifra de 160/100 mmHg en el lapso de 2 a 6 h. Las reducciones excesivas de la presión pueden precipitar isquemia coronaria, cerebral o renal. Para evitar dichos descensos es preferible administrar fármacos con un efecto antihipertensivo predecible dependiente de la dosis, transitorio y progresivo (cuadro 11–15). En relación con lo anterior es mejor evitar la administración ...