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BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
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Los linfomas no Hodgkin son un grupo heterogéneo de cánceres de linfocitos cuyo cuadro inicial es de linfadenomegalia. Los trastornos varían en su cuadro inicial y su evolución, desde los poco activos hasta los que progresan rápidamente.
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Gracias a la biología molecular se han obtenido datos de la patogenia de estos trastornos, que incluye a menudo translocaciones cromosómicas equilibradas en las cuales un oncogén queda yuxtapuesto junto a un gen de inmunoglobulina (linfoma de linfocitos B), a un gen del receptor de linfocitos T o a un gen vinculado (linfoma de linfocitos T). El resultado en esto es una sobreexpresión del oncogén y la aparición de linfoma. El ejemplo mejor estudiado es el linfoma de Burkitt en que se ha identificado una anomalía citogenética característica de translocación entre los brazos largos de los cromosomas 8 y 14. El protooncogén c-myc es translocado de su posición normal en el cromosoma 8, al locus de la cadena pesada de inmunoglobulina en el cromosoma 14. La sobreexpresión de c-myc depende de la transformación maligna a través de la proliferación excesiva de linfocitos B. En los linfomas foliculares, la translocación t(14;18) es característica y hay sobreexpresión de bcl-2, con lo cual el organismo se protege de la apoptosis, mecanismo común de muerte de linfocitos B.
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La clasificación de los linfomas es un terreno dinámico que sigue en evolución constante. La subdivisión más de 2017 (cuadro 13–16) separa las enfermedades por manifestaciones clínicas y patológicas. Se sabe que 85% de los linfomas no Hodgkin son de linfocitos B; 15% son de linfocitos T y originadas en células NK. A pesar de que los linfomas no Hodgkin constituyen un grupo muy heterogéneo de enfermedades, se les dividió históricamente en dos categorías con base en su comportamiento clínico y estructura patológica: los indolentes (malignidad baja) y los agresivos (malignidad intermedia o alta).
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