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BASES PARA EL DIAGNÓSTICO
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Quejas de dolor crónico.
Por lo general los síntomas exceden a los signos.
Alivio mínimo con el tratamiento estándar.
Antecedente de haber consultado a muchos médicos.
Uso frecuente de varios fármacos inespecíficos.
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La falta de diferenciación entre los síndromes dolorosos agudo y crónico representa un problema para el tratamiento del dolor. La mayoría de los médicos suele tratar problemas de dolor agudo, pero tiene dificultad para tratar un trastorno de dolor crónico. Este tipo de enfermo por lo común toma demasiados fármacos, permanece en cama mucho tiempo, ha consultado a varios médicos, ha perdido habilidades y experimenta poca alegría en el trabajo o el ocio. Todas las relaciones se deterioran (incluso con los médicos) y la vida se convierte en una búsqueda constante de alivio. La búsqueda deriva en relaciones complejas entre el médico y el paciente que casi siempre incluyen muchas pruebas de fármacos, sobre todo sedantes, que tienen consecuencias adversas (p. ej., irritabilidad, estado de ánimo deprimido) relacionadas con el uso prolongado. Los fracasos terapéuticos provocan respuestas de enojo y depresión, tanto para el paciente como para el médico, y el síndrome doloroso se exacerba. Cuando la frustración es muy grande, se consulta un nuevo médico y se repite el ciclo. Cuanto más tiempo dure el trastorno doloroso, más importantes se vuelven los factores psicológicos de ansiedad y depresión. Como con todos los demás trastornos, es contraproducente especular acerca de la “realidad” del dolor. Es real para el paciente y hay que aceptar el problema antes de emprender la tarea mutua de aliviar el trastorno.
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MANIFESTACIONES CLÍNICAS
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Los componentes del síndrome de dolor crónico consisten en cambios anatómicos, ansiedad y depresión crónicas, ira y cambios en el estilo de vida. Por lo general, el problema anatómico es irreversible porque ya se sometió a muchas intervenciones con resultados cada vez más insatisfactorios. En la figura 25–1 se presenta un algoritmo para la valoración del dolor crónico y para diferenciarlo de otros trastornos psiquiátricos.
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La ansiedad y la depresión crónicas aumentan la irritabilidad y hay una reacción exagerada a los estímulos. Se observa un marcado descenso del umbral al dolor. Este patrón se transforma en una obsesión hipocondriaca por el cuerpo y una necesidad constante de ser tranquilizado. Algunos pacientes comienzan por evitar las conductas habituales cuando aparece el dolor por primera vez, y luego, por la falta de este funcionamiento físico habitual se desarrolla el dolor crónico. La presión sobre el médico se vuelve desgastante y a menudo conduce a que este rechace de manera encubierta al paciente, como no estar disponible o referir al sujeto ...