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INTRODUCCIÓN

La agresión y la violencia son síntomas, no enfermedades, y casi nunca se relacionan con un padecimiento médico subyacente. Los médicos son incapaces de predecir una actitud peligrosa con más exactitud que la mera casualidad. La depresión, la esquizofrenia, los trastornos de la personalidad, la manía, la paranoia, la disfunción del lóbulo temporal y los estados psiquiátricos de origen orgánico pueden acompañarse de actos de agresión. Los trastornos del control de impulsos se caracterizan por maltrato físico (casi siempre a la pareja domestica del agresor o a los hijos), intoxicación patológica, actividades sexuales impulsivas y conducción imprudente de un vehículo. Los deportistas que consumen esteroides anabólicos tienden más a mostrar conductas violentas.

En Estados Unidos, el consumo de alcohol está relacionado en un porcentaje muy alto de todas las muertes violentas. La ingestión de cantidades, incluso pequeñas, de etanol puede causar intoxicación que se parece a un estado mental orgánico agudo. Las anfetaminas, la cocaína “crack” y otros estimulantes a menudo se asocian a conductas agresivas. La fenciclidina es una droga que con frecuencia se relaciona con conducta violenta que a veces es de naturaleza anormal, en parte por el descenso del umbral al dolor. La violencia intrafamiliar y la violación están mucho más extendidas de lo que se admitía antes. Se ha cobrado más conciencia del problema en parte porque cada vez se reconocen más los derechos de las mujeres y porque estas comprenden que no tienen que aceptar el maltrato. La aceptación de esta clase de conducta agresiva siempre conduce a más, y la agresión final es el homicidio (20% a 50% de los homicidios en Estados Unidos ocurre dentro de la familia). La policía recibe más llamadas por disputas domesticas que por todos los demás delitos combinados. Los niños que viven en tal situación familiar a menudo se vuelven víctimas de maltrato.

Las características de las personas que fueron sometidas a maltrato físico o sexual prolongado son las siguientes: dificultad para expresar el enojo, permanecen enojadas más tiempo, pasividad general en las relaciones, sensación de estar “marcado de por vida” con un sentimiento acompañante de merecer el maltrato, desconfianza y disociación del afecto respecto de las experiencias. Son proclives a expresar su sufrimiento psicológico con síntomas de somatización, a menudo quejas de dolor. También es factible que tengan síntomas relacionados con estrés postraumático, como se describió antes. El médico debe desconfiar del origen de cualquier lesión que no se explique por completo, sobre todo si estos incidentes se repiten.

TRATAMIENTO

A. Psicológico

El manejo de cualquier individuo violento comprende las maniobras psicológicas apropiadas. El médico debe moverse sin prisa, hablar despacio, en forma clara y tranquilizadora, y evaluar la situación. Deben hacerse esfuerzos por crear un ambiente con distracciones mínimas y retirar a las personas o cosas amenazantes para el individuo violento. El médico no debe amenazar ni ...

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