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Durante el embarazo, con frecuencia se observan complicaciones que abarcan el aparato digestivo, hígado y vesícula biliar. La mayoría de las embarazadas padece náusea y vómito durante el primer trimestre (véase Complicaciones obstétricas del primer y segundo trimestres). No obstante, la náusea y vómito durante la segunda mitad del embarazo no son normales; es necesario realizar una valoración minuciosa. Algunos de estos trastornos son fortuitos (p. ej., apendicitis), pero otros están ligados al embarazo y tienden a desaparecer con el parto (p. ej., hígado graso agudo del embarazo). Cuando se lleva a cabo una valoración en busca de alguna de estas enfermedades es importante considerar la variedad de cambios anatómicos y fisiológicos del embarazo normal. De la misma manera, al interpretar los análisis se deben tomar en cuenta los cambios del embarazo en la producción de proteínas hepáticas.
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Para las enfermedades en las que hay indicación de cirugía, esta no se debe diferir únicamente por el embarazo. Si bien la cirugía electiva se evita durante la gravidez, las mujeres que se someten a una cirugía por una indicación urgente durante el embarazo no tienen mayor riesgo de padecer un desenlace adverso. Las complicaciones obstétricas, cuando ocurren, tienden a estar vinculadas a la enfermedad subyacente. Se dice que el mejor momento para realizar una cirugía semielectiva es el segundo trimestre para evitar la exposición del embrión a la anestesia durante el primer trimestre y el útero crecido durante el tercero. Sin embargo, es importante señalar que no existe evidencia convincente que demuestre que la anestesia general induzca malformaciones o aumente el riesgo de un aborto.