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Diversos tipos del virus del papiloma humano (HPV) causan proliferación de verrugas en la vulva, el área perineal, las paredes de la vagina y el cuello uterino. El embarazo y la inmunodepresión son factores que favorecen su crecimiento. Hasta 90% de las verrugas genitales son causadas por los virus HPV 6 y 11. A pesar del uso relativamente reducido de vacuna anti-HPV tetravalente en Estados Unidos, la prevalencia de HPV tipos 6, 11, 16 y 18 se redujo de 11.5% en 2003–2006 a 4.3% en 2009–2012 en niñas de 14 a 19 años y de 18.5 a 12.1% en mujeres de 20 a 24 años. Las lesiones vulvares pueden tener un aspecto verrugoso evidente o diagnosticarse solo por colposcopia después de la aplicación de ácido acético al 4% (vinagre), mediante la cual se observan papilas prominentes de color blanco. Las lesiones vaginales muestran hipertrofia difusa o un aspecto empedrado (eFig. 18–18).
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Los tratamientos recomendados para las verrugas vulvares son resina de podofilina al 10% a 25% en tintura de benjuí (no debe usarse durante el embarazo o en lesiones sangrantes) o ácido tricloroacético o dicloroacético al 80% a 90%, aplicado de manera cuidadosa para evitar el contacto con la piel circundante. El dolor por el uso de los ácidos dicloroacético o tricloroacético puede atenuarse con la aplicación de una pasta de bicarbonato de sodio justo después del tratamiento. La resina de podofilina se puede lavar después de transcurridas 2 a 4 h. También son eficaces la congelación con nitrógeno líquido o una criosonda y electrocauterio. Los regímenes aplicados por la paciente, útiles cuando la lesión completa es accesible para ella, incluyen podofilox en solución o gel al 0.5%, imiquimod en crema al 5% o sinecatequinas en ungüento al 15%. Las verrugas vaginales pueden tratarse mediante crioterapia con nitrógeno líquido o ácido tricloroacético. Para algunas verrugas extensas se necesita tratamiento con láser de CO2 bajo anestesia local o general. Puede utilizarse la inyección intralesional de interferón como tratamiento adyuvante, en particular en pacientes con lesiones resistentes al tratamiento. No es necesario realizar exploración sistemática de las parejas sexuales para el tratamiento de las verrugas genitales, ya que el riesgo de reinfección es probablemente mínimo y no se dispone de tratamiento curativo para prevenir la transmisión. Sin embargo, las parejas sexuales tal vez deseen ser revisadas para detectar y tratar las verrugas genitales y otras enfermedades de transmisión sexual. El uso del preservativo no parece prevenir la transmisión del VPH, pero puede acelerar la regresión de las lesiones asociadas, incluyendo la neoplasia intraepitelial cervical (CIN, cervical intraepithelial neoplasia...