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EPÍGRAFE

La humanidad tiene tres grandes enemigas: la fiebre, la hambruna y la guerra; de ellas, la que con mucho es la mayor y más temible, es la fiebre.

Sir William Osler, 1896 (JAMA. 1896; 26:999)

INTRODUCCIÓN

Cuando sir William Osler, el gran médico humanista, escribió estas palabras, la fiebre (por infección) era el azote de la humanidad. La tuberculosis y otras formas de infección pulmonar eran las principales causas de muerte prematura entre ricos y pobres. El terror se debía al hecho de que, aunque se habían descubierto algunas causas de infección, poco podía hacerse para prevenirlas o alterar el curso de la enfermedad. En el siglo XX, los avances en salud pública y el desarrollo de vacunas y antimicrobianos cambiaron el panorama (figura 1–1), pero sólo en los países que tenían los recursos para permitirse estas intervenciones. En esta segunda década del siglo XXI, el mundo está dividido en países en los que los infartos, el cáncer y los accidentes vasculares cerebrales han superado a la infección como causa de muerte prematura, y aquellos en donde la infección sigue siendo la principal causa. Es decir, a menos que haya una pandemia que provoque que los procesos infecciosos vuelvan a convertirse en la principal causa de muerte en todas partes.

FIGURA 1–1.

Tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas en Estados Unidos en el siglo XX. Note la reducción constante en dichas tasas en relación con la introducción de intervenciones de salud pública, vacunación y uso de antimicrobianos.

Ahora domina un nuevo motivo de preocupación cuyo origen es parte evolutivo, parte descubrimiento y parte siniestro. Los agentes infecciosos ya conquistados en el pasado han demostrado resistencia a los tratamientos convencionales, como Mycobacterium tuberculosis que es multirresistente, y han aparecido nuevas enfermedades, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). El espectro de la infección se ha ampliado, con descubrimientos acerca de que los organismos alguna vez considerados inocuos pueden ser patógenos en ciertas circunstancias. ¿Quién hubiera pensado que Helicobacter pylori, que ni siquiera se mencionaba en la primera edición de este libro (1984), sería la principal causa de úlceras gástricas y duodenales y sería declarado de manera oficial como un carcinógeno? Las fuerzas bioterroristas han vuelto a traer a la escena dos enfermedades infecciosas controladas previamente, el carbunco y la viruela, y amenazan con distribuirlos como agentes en la guerra bacteriológica. Finalmente, la pandemia actual de COVID-19 causada por un nuevo miembro del conocido género Coronavirus, amenaza con convertirse en la principal causa de muerte, no sólo en un siglo, sino para siempre. Para los estudiantes de medicina, la comprensión de las bases fundamentales de las enfermedades infecciosas tiene mayor pertinencia que nunca.

ANTECEDENTES

La ciencia de la microbiología médica data de los estudios pioneros de Pasteur ...

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