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En el trasplante, un órgano o tejido de una persona se “injerta” en otra. Una barrera importante para el éxito de este procedimiento que salva vidas es el sistema inmunitario, que ataca cualquier célula que considera extraña. En gran medida, son las proteínas del complejo principal de histocompatibilidad (MHC, major histocompatibility complex) del donante y del receptor, que presentan antígenos a las células T, las que determinan la supervivencia del injerto. En los humanos, estas proteínas están codificadas por los genes del antígeno leucocitario humano (HLA, human leukocyte antigen). (Téngase en cuenta que en este texto se usan MHC y HLA de manera indistinta). Tres de estos genes (HLA-A, HLA-B y HLA-C) codifican las proteínas del MHC de clase I. Varios loci HLA-D determinan las proteínas del MHC de clase II (es decir, DP, DQ y DR) (figura 62–1). Las características de las proteínas del MHC de clase I y clase II se comparan en el cuadro 62–1. Si las proteínas del HLA de las células del donante difieren de las del receptor, se produce una respuesta inmunitaria en el receptor.
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