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Las reacciones de hipersensibilidad son respuestas inmunitarias exageradas o inapropiadas a antígenos benignos. Es la respuesta inmunitaria, no los antígenos, lo que es dañino para el huésped. Por lo general, las reacciones de hipersensibilidad ocurren frente a antígenos externos o que “no son propios” (tratados en este capítulo), mientras que las reacciones autoinmunitarias (véase Enfermedades autoinmunitarias, en el capítulo 66) se desarrollan ante antígenos internos o “propios”.
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Las reacciones de hipersensibilidad son específicas del antígeno, lo que significa que el primer contacto con éste sensibiliza al sistema inmunitario (es decir, prepara el sistema inmunitario adaptativo) y los contactos posteriores provocan la respuesta hipersensible (alérgica). Dentro de un individuo, estas exposiciones subsecuentes al antígeno suscitan manifestaciones clínicas similares, aunque la gravedad de las respuestas de hipersensibilidad puede aumentar con el tiempo.
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Las reacciones de hipersensibilidad se pueden subdividir en cuatro tipos principales. Los tipos I, II y III están mediados por anticuerpos, mientras que el tipo IV se halla mediado por células (cuadro 65–1). Las reacciones inmunitarias se resumen en el cuadro 65–1. Las manifestaciones clínicas de las reacciones de hipersensibilidad se describen en el cuadro 65–2.
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