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La tolerancia inmunitaria es la falta de capacidad de respuesta a un antígeno específico que, de otro modo, podría provocar una respuesta inmunitaria. El mejor ejemplo de tolerancia al antígeno es la ausencia normal de respuesta de un huésped para los antígenos “propios”, mientras que esos mismos antígenos podrían considerarse “extraños” si se trasplantan a un huésped diferente. Debido a que se aplica a las respuestas a los antígenos, la tolerancia es una característica de la inmunidad adaptativa, aunque ciertas células presentadoras de antígenos pueden tener un efecto tolerógeno en las células T. En este capítulo, se explica cómo se desarrolla la tolerancia inmunitaria hacia el “yo” y qué sucede cuando se rompe esa tolerancia, es decir, se desarrollan enfermedades autoinmunitarias.
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El hecho de que un antígeno induzca tolerancia en lugar de sensibilización lo determina en gran medida:
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La madurez inmunitaria del sistema inmunitario. En general, los antígenos que están presentes durante el desarrollo temprano no estimulan una respuesta inmunitaria (es decir, se es tolerante a esos antígenos). Por otro lado, los antígenos que no están presentes durante el proceso de maduración inmunitaria (es decir, que se encuentran por primera vez cuando el cuerpo está más maduro desde el punto de vista inmunitario) se consideran “extraños” y, por lo general, provocan una respuesta inmunitaria.
La estructura del antígeno. Por ejemplo, es más probable que las moléculas simples (proteínas pequeñas) induzcan tolerancia que las moléculas complejas (polisacáridos).
El potencial del antígeno para reaccionar de forma cruzada con otros antígenos inmunógenos. Los receptores de células T y de células B son muy específicos, pero en ocasiones pueden confundir un antígeno con otro. Cuando esto sucede, una respuesta apropiada contra un antígeno extraño puede comenzar a dirigirse de manera inapropiada a los antígenos propios y causar daño al tejido del huésped.
La presencia de señales proinflamatorias, como las que inducen los patrones moleculares relacionados con agentes patógenos (PAMP, pathogen-associated molecular patterns) (véase Reconocimiento de patrones de receptores de las células inmunitarias innatas, en el capítulo 58), o de un tratamiento antiinflamatorio, como los fármacos inmunosupresores que se describen a continuación y en Trasplante, en el capítulo 62.
La duración de la exposición al antígeno. La tolerancia se mantiene mejor si el antígeno al que el sistema inmunitario es tolerante sigue presente.
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Tolerancia de las células T
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Aunque tanto las células B como las células T participan en la tolerancia, es la tolerancia de las células T la que desempeña el papel más importante. El principal proceso por el cual los linfocitos T adquieren la capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno tiene lugar en el timo (véase Selección tímica positiva y negativa, en el capítulo 59). La tolerancia a los autoantígenos adquirida dentro del timo se denomina tolerancia central; este proceso, que incluye la selección clonal positiva y ...