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EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO NEUROLÓGICOS

HISTORIA CLÍNICA Y EXAMEN

Historia clínica

Incluso en esta era de pruebas neurodiagnósticas cada vez más sofisticadas, la evaluación y el diagnóstico de un niño con un posible trastorno neurológico aún giran alrededor de una historia clínica y un examen detallados. En particular, la progresión temporal de los signos y síntomas neurológicos (agudos frente a crónicos, progresivos contra estáticos, episódicos ante continuos) es capaz de dirigir la evaluación. Los eventos episódicos, como cefaleas o convulsiones, justifican el hincapié en los síntomas que preceden al evento, ocurren durante éste, y aparecen después. Los síntomas neurológicos suelen asociarse con afección de otros sistemas, como dolor articular, cambios del apetito o de los hábitos de defecación/micción, o una enfermedad viral precedente. Los antecedentes acerca del nacimiento deben incluir evaluación del movimiento fetal, y si la presentación del lactante al momento del parto fue cefálica o podálica. Un interrogatorio exhaustivo de los antecedentes personales tanto patológicos como familiares puede poner de manifiesto factores de riesgo para ciertos trastornos neurológicos. El interrogatorio social debe incluir el rendimiento escolar, actividades favoritas y antecedentes de viaje.

Examen neurológico

La marca distintiva del diagnóstico neurológico es la localización, es decir, determinar el sitio dentro del sistema nervioso donde se encuentra la “lesión”. Mientras que no todos los trastornos neurológicos durante la niñez se localizan fácilmente (e incluso se estrechan hasta, por ejemplo, un origen central contra uno periférico), pueden guiar la evaluación y el tratamiento adicionales. La localización comienza con la exploración física general (véase Exploración física pediátrica, en el capítulo 9). Deben notarse parámetros de crecimiento, en particular la circunferencia del cráneo, porque tanto la macrocefalia como la microcefalia a menudo se asocian con trastornos neurológicos (véase Discapacidad intelectual, en el capítulo 3). Las evaluaciones del desarrollo, al utilizar un juguete pequeño o una herramienta de detección apropiada, son fundamentales para lactantes y niños de corta edad (véase Trastornos del espectro autista, en el capítulo 3). En Examen neurológico, en el capítulo 2 se refieren los reflejos que se espera advertir en el lactante y otros hallazgos en la exploración relacionados con la edad.

En el cuadro 25–1 se listan algunos componentes clave del examen neurológico, tales como estado mental, pares craneales, función motora (incluso tono, masa muscular y fuerza), reflejos, sensación, coordinación y marcha. Gran parte del examen del niño atemorizado o activo es, por necesidad, de observación, y el examinador debe capitalizar momentos de oportunidad mientras mantiene un método sistemático para evitar pasar por alto un aspecto clave. Jugar juegos hace participar a un lactante mayor o niño en edad preescolar; actividades como lanzar una pelota, apilar bloques, saltar y dibujar reducen la ansiedad y permiten evaluar la coordinación motora y el equilibrio, y determinar cuál es la mano dominante. En el niño mayor ...

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