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La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es la patología esofágica más común y comprende el 75% de las enfermedades del esófago. En 2006 se estandarizó su definición en el consenso de Montreal como aquella condición en la que el reflujo del contenido gástrico causa síntomas o complicaciones que afectan el bienestar del individuo. Desde el punto de vista quirúrgico, esta es secundaria al fracaso de la barrera antirreflujo, lo que ocasiona el paso anormal de contenido gástrico al esófago.
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La ERGE es la patología más vista por los gastroenterólogos. En los países occidentales tiene una prevalencia de 10 a 20%, mientras que en Asia la prevalencia es menor y en la población mexicana es de aproximadamente 25%. Al ser una enfermedad tan frecuente, los costos que genera el tratamiento médico anualmente son alarmantes. En 2004, Estados Unidos gastó 12 billones de dólares, de los cuales dos tercios fueron atribuidos al costo de los inhibidores de la bomba de protones (IBP).
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Los objetivos del tratamiento médico son controlar los síntomas, sanar las lesiones mucosas y mejorar la calidad de vida del paciente. Los cambios dietéticos y de estilo de vida benefician a algunos pacientes, pero en general como terapia aislada son inefectivos, por lo que el tratamiento con IBP se ha vuelto la opción terapéutica más usada, con muy buenos resultados al resolver los síntomas y curar la esofagitis en la mayoría de los pacientes con buena tolerancia. Sin embargo, si los síntomas, la baja calidad de vida del paciente o el daño asociado a ERGE continúan después del manejo apropiado con IBP, el paciente debe ser evaluado para un tratamiento quirúrgico que ayude a resolver estos problemas.
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Dentro del grupo de pacientes con ERGE hay un grupo que tiene predictores de progresión de la enfermedad que indican un riesgo mayor de falla a tratamiento médico y daño a largo plazo. Los predictores de progresión incluyen una historia familiar de este padecimiento, falla en la cicatrización de la esofagitis mediante el tratamiento con IBP, esofagitis en la endoscopia basal, necesidad de escalar la dosis de IBP para lograr control de los síntomas y dependencia de los IBP para suprimir la sintomatología. De todos estos, los tres últimos son predictores para desarrollo de esófago de Barrett (EB) y son los pacientes que más se benefician de tratamiento quirúrgico.
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La funduplicatura laparoscópica es un tratamiento muy efectivo para pacientes con ERGE, que controla los síntomas en 80 a 90% de estos.
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Hay cinco principios importantes a evaluar en pacientes candidatos a cirugía y que, si son llevados a cabo correctamente, muestran buenos resultados en la mayoría de los casos (cuadro 27–1).
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