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La encefalopatía hepática (EH) se define como una disfunción cerebral causada por insuficiencia hepática o por cortocircuitos portosistémicos.
Las manifestaciones de la EH son diversas van desde alteraciones del ciclo sueño vigilia, alteraciones psiquiátricas, alteraciones neurológicas hasta el coma.
La escala que se utiliza para estadificarla y clasificarla es la escala de West Haven.
El tratamiento está enfocado en reducir los niveles de amonio en sangre, y se basa principalmente en lactulosa y rifaximina; aunque hay otros tratamientos que pueden utilizarse, como la L-ornitina L-aspartato (LOLA), los probióticos y el apoyo nutricional con aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) principalmente.
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La Asociación Americana para el Estudio de Enfermedades Hepáticas (AASLD), así como la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL), definen a la EH como una “disfunción cerebral causada por insuficiencia hepática y/o derivación portosistémica (SPS) que se manifiesta con un amplio espectro de anomalías neurológicas o psiquiátricas, que van desde alteraciones subclínicas hasta el coma”.1 Es una complicación común y grave de los pacientes con insuficiencia hepática. De hecho, se estima que la prevalencia de EH al momento del diagnóstico de cirrosis oscila alrededor de 6–13% y hasta 16–21% en aquellos pacientes que debutan con cirrosis hepática descompensada. Al menos 20–53% de todos los pacientes con cirrosis se verán afectados alguna vez con EH.2 Adicionalmente, en comparación con pacientes cirróticos sin EH, aquellos con cirrosis hepática avanzada y encefalopatía, tienen 66% más de riesgo de muerte.3
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La fisiopatología de la EH está relacionada con el acúmulo de amonio que, debido a falla hepática o a la presencia de SPS, es llevado a la circulación sistémica pasando a través de la barrera hematoencefálica (BHE), donde es convertido a glutamina ocasionando disfunción neuronal y edema cerebral. De manera clásica, según su etiología, se clasifica en tres tipos: por falla hepática aguda (A), por cortocircuitos (shunts) portosistémicos (SPS) (B) (generalmente tras la colocación de una derivación portosistémica intrahepática transyugular [TIPS]), o por cirrosis hepática (C) (figura 47–1). De igual manera la EH se clasifica según su gravedad y su curso o evolución.
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Es importante diagnosticar y tratar la EH de forma oportuna, así como prevenir la recurrencia, pues es una enfermedad con importante impacto en la calidad de vida los pacientes que la padecen.
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EPIDEMIOLOGIA E IMPACTO EN LA CALIDAD DE VIDA
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Debido a lo complejo que podría ser identificar y clasificar a la EH, es difícil establecer su incidencia. Aun así, estudios concuerdan en la mayoría de las cifras publicadas. De acuerdo con esto, un estudio en los Estados Unidos que utilizó la base de datos de Medicare (el programa de seguridad social del gobierno norteamericano), reportó una incidencia de ...