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El primer trasplante hepático (TH) en el mundo se llevó a cabo en Estados Unidos por el doctor Thomas Starzl en 1967, y desde entonces se ha convertido en el estándar de tratamiento para la insuficiencia hepática aguda (FHA) y crónica de cualquier etiología.1 A pesar de su reciente introducción en el ámbito de la medicina, el conocimiento alrededor del TH ha progresado rápidamente y las tasas de sobrevida han mejorado. Actualmente la sobrevida global a uno, cinco, 10, 15 y 20 años se estima alrededor de 82, 71, 61, 51 y 43%, respectivamente, obteniendo aún mejores resultados con el paso de los años.2 Este gran éxito se atribuye principalmente a la introducción de nuevos fármacos inmunosupresores y soluciones de preservación, a las mejoras en las técnicas quirúrgicas, así como al diagnóstico temprano y manejo de las complicaciones posteriores al trasplante.3 Por lo tanto, debido a estos logros las indicaciones de TH se han ido ampliando, provocando una mayor demanda de injertos trasplantables y escasez de órganos. El gran reto que afronta la comunidad de médicos dedicados al TH es ampliar el grupo de donantes y minimizar las tasas de muertes en la lista de espera.4
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El TH debe considerarse en cualquier paciente en el que este extienda la esperanza de vida más allá de la historia natural de la enfermedad o mejore la calidad de vida, siendo las principales indicaciones la cirrosis hepática, los tumores hepáticos o extrahepáticos, la falla hepática aguda FHA y las enfermedades metabólicas. Sin embargo, las indicaciones varían según las políticas de asignación de órganos de cada país y cada centro hospitalario, con la finalidad de obtener los mejores resultados posibles debido a la escasez de órganos.
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Con relación a la cirrosis hepática se debe considerar la evaluación para el TH cuando ocurre una complicación o descompensación importante de la enfermedad independientemente de la etiología, no obstante se deberán tener consideraciones especiales con relación al tratamiento peritrasplante dependiendo de la causa (hepatitis virales, enfermedades hepáticas autoinmunes (EHAI) o enfermedades metabólicas) que ocasionó la hepatopatía. El momento adecuado para trasplantar pacientes con cirrosis es crucial y ha generado un gran interés, así como una controversia considerable. Los pacientes deben someterse a la cirugía antes de que ocurran complicaciones potencialmente mortales, pero no deben trasplantarse demasiado pronto, ya que la ventaja del trasplante podría verse desequilibrada por el riesgo de la cirugía y los eventos adversos de la inmunosupresión.
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Actualmente la asignación de órganos se realiza con base en los puntajes de los índices pronósticos del modelo para enfermedad hepática en etapa terminal (MELD) o MELD-Na, los cuales han demostrado ser buenas herramientas para predecir la gravedad y mortalidad a tres meses en pacientes con enfermedad hepática terminal.5,6 De manera general, se recomienda una puntuación MELD mayor o igual a 15 puntos para enlistar ...