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Todas las medidas y estrategias que se toman en los pacientes con enfermedades hepáticas crónicas del hígado tienen como objetivo fundamental dos pilares, por una parte, disminuir el número de complicaciones propias de la enfermedad, lo que va a traducir en un menor número de visitas al servicio de urgencias y hospitalizaciones para el paciente, y por otra parte, evitar el desarrollo de un carcinoma hepatocelular (CHC).1,2
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EPIDEMIOLOGÍA Y SITUACIÓN ACTUAL EN MÉXICO
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El CHC es considerado como la neoplasia maligna del hígado más importante y prevalente a nivel mundial, aconteciendo >90% de todas las etiologías malignas de este órgano.3 Datos recientes de la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer (IARC) demostraron una incidencia de 905 677 casos nuevos de neoplasias hepáticas, y una mortalidad de 830 180 defunciones a nivel mundial en el año 2020 colocándolas como la sexta y tercera causa de incidencia y mortalidad por cáncer, respectivamente (figura 53–1). El virus de hepatitis B (VHB) sigue siendo por mucho la primera causa de CHC en el mundo, derivado de la deficiente cobertura universal de la vacuna contra este que aún prevalece en zonas aledañas al este de Asia y África Subsahariana.1 La estrategia mundial del sector de la salud contra las hepatitis víricas 2016–2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) busca agilizar las medidas de prevención y eliminación de las hepatitis virales en todo el mundo para el año 2030,4 sin embargo, el panorama aún sigue luciendo complicado para la mayoría de los países en desarrollo como el nuestro.
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En México, existe poca información acerca de la incidencia y prevalencia del CHC en nuestra población, no obstante, se cree que esta va a la alza al haber encontrado un aumento en la tasa de mortalidad específica del CHC de 4.1 defunciones por cada 100 mil en el año 2000, a 4.7 defunciones por cada 100 mil en el año 2006.5 La Secretaría de Salud estima que cada año son diagnosticados 8 mil casos nuevos de cáncer de hígado en el país, con una desafortunada mortalidad de 80–85% de dichos pacientes.
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Cerca de 90% de los casos de CHC ocurren en el contexto de pacientes con enfermedad crónica del hígado, principalmente cirrosis.6 Las múltiples etiologías de la cirrosis tales como VHB, virus de hepatitis C (VHC), hepatitis alcohólica (HA), esteatohepatitis no alcóholica (EHNA), exposición crónica a aflatoxinas, etc., son el común denominador del CHC como lo veremos a continuación (figura 53–2).
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