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La pancreatitis aguda es una enfermedad frecuente, impredecible y potencialmente letal que afecta a ambos sexos entre los 40 y 60 años, y cuyas causas más comunes son la litiasis biliar y el abuso del alcohol.1
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El síntoma predominante es el dolor abdominal epigástrico, súbito, que puede acompañarse de náusea, vómito, distensión abdominal y fiebre. En la mayoría de los casos, el diagnóstico se confirma por la elevación de las enzimas pancreáticas en sangre, aunque en presentaciones tardías estas pueden ser normales y requerir estudios de imagen para establecer el diagnóstico.
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El tratamiento es médico, con indicaciones muy específicas para la intervención quirúrgica, endoscópica o radiológica. Actualmente no existe un tratamiento farmacológico aprobado.
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De 75 a 80% de los casos se resuelve sin complicaciones; el 20 a 25% restante tiene un curso grave con una mortalidad hasta de 50%. A pesar de los avances en medicina, la mortalidad no se ha modificado sustancialmente para los casos severos.
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Definiciones y terminología
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En 1992, durante el Simposio Internacional de Atlanta sobre pancreatitis aguda, se establecieron definiciones y terminología con la intención de unificar el vocabulario, tanto en el lenguaje como en la literatura médica.2 El resultado de dicho simposio ha sido muy útil, sin embargo, algunas de las definiciones demostraron ser confusas al momento de aplicarlas y desde entonces se han ampliado los conocimientos en fisiopatología de la falla orgánica en pancreatitis necrotizante, así como sus desenlaces. Por esta razón se han realizado múltiples revisiones de la Clasificación de Atlanta. La más importante en 2012, utilizando un proceso de consulta que incluyó a 11 sociedades para el estudio del páncreas.3
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De acuerdo con este consenso, para el diagnóstico de la pancreatitis aguda se requiere que al menos dos de los siguientes tres criterios estén presentes: a) dolor abdominal (inicio agudo, persistente, epigástrico, con frecuencia irradiado a la espalda); b) elevación de lipasa o amilasa al menos tres veces el valor normal; y c) hallazgos de imagen característicos de pancreatitis aguda, por tomografía computarizada con contraste (TCC), resonancia magnética o ultrasonido transabdominal. Cuando el cuadro clínico de dolor abdominal sugiere un origen pancreático y se encuentra una elevación significativa de amilasa o lipasa, no es necesario realizar estudios de imagen al ingreso. Sin embargo, cuando los niveles de las enzimas son normales, como puede suceder en presentaciones tardías, los estudios de tomografía axial computarizada (TAC) contrastados o por imagen de resonancia magnética (IRM) se hacen necesarios. En la investigación de la etiología, un ultrasonido transabdominal puede ser necesario para apoyar o descartar un origen biliar de la pancreatitis.
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En esta clasificación se definen tres niveles de severidad: leve, moderada y severa. Esta clasificación está basada en la presencia ...