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INTRODUCCIÓN

Las lesiones/úlceras por presión (PI/PU, pressure injury/ulcers) son el producto de fuerzas prolongadas de presión directa, cizallamiento o fricción que dañan el tejido blando entre la piel y las prominencias óseas subyacentes. El sacro/cóccix, los talones y los trocánteres mayores son las áreas anatómicas más vulnerables a la lesión tisular; sin embargo, las PU también pueden desarrollarse en el occipucio, el pabellón auricular, la columna vertebral, la escápula, el acromion, el codo, los cóndilos femorales medial y lateral, la rótula, los maleolos y los metatarsianos, en cualquier lugar donde haya poco o ningún tejido blando sobre la prominencia ósea para disipar las fuerzas mecánicas externas e internas. El área de mayor riesgo depende de la estructura corporal del individuo, por tanto, cualquier plan terapéutico para la prevención o el tratamiento tiene que ser muy específico para el paciente. Las estrategias globales para la prevención son el cambio de posición, la movilización, las evaluaciones frecuentes de la piel y su protección, el control de la humedad, la nutrición adecuada, así como evitar el cizallamiento y la fricción durante las actividades funcionales. Además, resulta de suma importancia encontrar la fuente de la presión mecánica, que no siempre es lo que se evidencia de manera inicial. Por ejemplo, una PU en la parte lateral de la cadera puede parecer que se debe a estar acostado sobre un lado demasiado tiempo; sin embargo, también podría producirse por sentarse en una silla de ruedas muy estrecha.1 El análisis de la causa raíz de una PU, ante todo de una más profunda, la determina la actividad que realizaba el paciente, la superficie sobre la que estaba sentado o acostado, al igual que otros factores de riesgo, 48 horas antes de la admisión a un centro de atención.2

Cabe señalar que, en la consideración de este tema, “lesión por presión” se refiere al daño tisular con la piel intacta, en tanto que “úlcera por presión” alude al daño tisular con pérdida de tejido dérmico.

La humedad per se ya no se considera una causa de lesión por presión; no obstante, la exposición a la incontinencia urinaria o fecal, el drenaje de heridas o la transpiración determinan que la piel se rompa, lo que facilita la penetración de las bacterias en la piel. La humedad también cambia el pH de la piel. Ambas consecuencias pueden aumentar el riesgo de una PU para desarrollar y afectar el potencial curativo. Otras condiciones que tienen la posibilidad de incidir de modo negativo en la capacidad del tejido para resistir la presión y el cizallamiento son el microclima, la nutrición, la irrigación, las comorbilidades (p. ej., diabetes, enfermedades cardiacas) y el estado del tejido blando (p. ej., presencia de cicatrización de heridas anteriores, adelgazamiento). Todos estos factores deben tenerse en cuenta al evaluar a un paciente con PU, además de realizar una valoración vascular de cualquier extremidad inferior que pueda haber comprometido la cicatrización ...

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