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La lesión dérmica que se denomina “quemadura” puede originarse por fuentes térmicas (calor y frío), químicas, eléctricas y de radiación, y aunque las presentaciones clínicas tienen algunas similitudes, el tratamiento médico de cada afección es único y especializado. La transferencia de energía cinética desde cualquiera de estas fuentes a las estructuras celulares de la piel provoca un estado inflamatorio local, en tanto que la extensión de la exposición a la fuente nociva y la cantidad de daño tisular también pueden dar lugar a procesos fisiopatológicos sistémicos. Hay dos factores importantes comunes a todas estas afecciones. Primero, cualquier daño a la piel interrumpe la barrera natural del cuerpo contra el ambiente externo y sus microbios; por ende, la infección es un motivo de preocupación máximo en el tratamiento de cualquier herida por quemadura. En segundo lugar, existen factores individuales del paciente que afectan la capacidad de cicatrización, como la nutrición, la oxigenación, la reanimación con líquidos, la edad, las comorbilidades y el estrés.1 Cada uno de estos elementos debe evaluarse y tratarse en el manejo general de los pacientes con lesiones por quemaduras. Este capítulo revisa los cambios tisulares y sistémicos que suceden con cada tipo de quemadura, los sistemas de clasificación que se utilizan para describir el daño tisular, así como el tratamiento médico y de heridas para cada tipo de destrucción dérmica a fin de preservar la función y la estética del paciente.
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La evaluación de un individuo con una lesión por quemadura comienza con la determinación del mecanismo de la misma, la ubicación anatómica del daño tisular y el área de superficie quemada total (TBSA, total burn surface area). Las figuras 6–1 y 6–2 ilustran los dos métodos utilizados para determinar el TBSA: la regla de los nueve (de Wallace) y la gráfica de Lund y Browder. Además, la técnica del área de la superficie palmar (PSA, palmar surface area) equipara la palma y los dedos del propio paciente con 1% del TBSA y es útil para patrones más pequeños y dispersos.2 La profundidad de penetración, el TBSA y la ubicación se usan para determinar qué personas deben derivarse de inmediato a un centro regional de quemados para un mayor nivel de atención3 (cuadro 6–1). Las quemaduras que son >10% del TBSA pueden requerir tratamiento sistémico y reanimación, y se comienza con la evaluación ABC. Las quemaduras que afectan más de 30% del TBSA tienen más probabilidades de desarrollar un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS, systemic inflammatory response syndrome).1 La taquicardia, la respiración laboriosa o la dificultad respiratoria precisan de tratamiento inmediato con intubación endotraqueal y ventilación mecánica.
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