++
Nunca será suficiente la insistencia en la prevalencia e importancia de la epilepsia (convulsiones corticocerebrales recurrentes no provocadas). A partir de estudios epidemiológicos de Hauser et al. es posible extrapolar que en Estados Unidos la incidencia del trastorno es de casi 2 millones de personas, y anticipar que cada año aparecerán 44 nuevos casos por cada 100 000 individuos. Las tasas no incluyen a pacientes en quienes las convulsiones complican de forma transitoria cuadros febriles, y otras enfermedades o lesiones. Se ha calculado que poco menos de 1% de la población en Estados Unidos tendrá epilepsia a partir de los 20 años de edad (Hauser y Annegers, 1992). Más de 66% de los casos de convulsiones epilépticas comienzan en la niñez (casi todos en el primer año de vida), y es el periodo en que las convulsiones asumen la máxima diversidad de formas. En la práctica de la neuropediatría, la epilepsia es uno de los cuadros más frecuentes y el aspecto crónico de las formas infantiles acrecienta su importancia. La incidencia aumenta de nuevo después de los 60 años de edad. Por todas estas razones, los médicos deben tener conocimiento de la naturaleza de los cuadros convulsivos y su tratamiento. Es destacable que, en contraste neto con muchos tratamientos antiepilépticos, muchos de los individuos con epilepsia en países en desarrollo nunca recibirán atención médica.
++
Epilepsia es un término que proviene del griego y significa “apoderarse de” o “aprehensión”. En alguna época los médicos la denominaron “mal de caída”. Aunque son términos médicos útiles para referirse a las crisis recurrentes, las palabras epilepsia y epiléptico todavía tienen connotaciones desagradables y deben ser utilizadas con deliberación en el tratamiento de los pacientes. En 1870, Hughlings Jackson, el eminente neurólogo inglés, planteó que las convulsiones tenían su origen en “una descarga excesiva y desordenada del tejido nervioso cerebral en los músculos”. La descarga podía resultar en pérdida del conocimiento casi instantánea, alteraciones de la percepción o deficiencias de la función mental, movimientos convulsivos, perturbaciones de la sensación, o combinaciones de todas estas manifestaciones.
++
La diversidad de manifestaciones clínicas de la enfermedad plantea una dificultad de terminología. El término convulsión denota el paroxismo intenso de contracciones musculares repetitivas e involuntarias, que no incluye todo el intervalo de trastornos eléctricos o convulsiones, que puede consistir solo en alteración de la función sensitiva o de la consciencia; el término “crisis epiléptica” (seizure) es genérico y tal vez preferible porque abarca todas las descargas eléctricas paroxísticas del cerebro y permite una definición más cercana a la realidad. Por lo tanto, son válidas las expresiones crisis motora, convulsiva, sensitiva o psíquica. También existe una entidad de “epilepsia no convulsiva” que puede afectar la consciencia, pero no se manifiesta con movimientos convulsivos anormales. Esta representa una forma importante y potencialmente tratable de una encefalopatía o estado confusional.
++
En la evolución de muchas enfermedades médicas puede surgir ...