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En buena medida, el medio interno humano está regulado por la actividad integrada del sistema nervioso autónomo y las glándulas endocrinas. Sus funciones viscerales y homeostáticas, esenciales para la vida y la supervivencia, son involuntarias. Un dilema interesante es explicar las fuerzas de la evolución que benefician dicha separación respecto de los actos voluntarios. Claude Bernard expresó esta idea en términos más sarcásticos cuando escribió que “la naturaleza consideró prudente retirar esos fenómenos importantes de los caprichos de una voluntad ignorante”.
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Son relativamente pocas las enfermedades del sistema nervioso que manifiestan sus efectos de manera principal o exclusiva en el eje del sistema autónomo-neuroendocrino; sin embargo, se conocen innumerables enfermedades clínicas en que de alguna forma hay afección de dicho sistema: hipertensión, asma y algunos trastornos de la conducción cardiaca como la insuficiencia cardiaca, solo para señalar algunos de los más importantes. Sin embargo, muchas enfermedades neurológicas generales afectan de modo variable el sistema nervioso autónomo y, con ello, originan síntomas como intolerancia ortostática y síncope, disfunción esfinteriana, anormalidades pupilares, disfunción eréctil, diaforesis, arritmias cardiacas y trastornos de la termorregulación. Por último, además de su función central en la inervación visceral, se utilizan partes neurovegetativas del neuroeje y partes del sistema endocrino en todas las experiencias emocionales y en su manifestación, como se expone en el capítulo 24.
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La respiración posee aspectos particulares entre las funciones del sistema nervioso. Aunque es continua durante toda la vida, no es del todo automática porque está parcialmente bajo control volitivo. Los neurólogos tienen un gran interés en los criterios actuales del control central y periférico de la respiración y los mecanismos por los que se altera en algunas enfermedades; para tal actitud bastaría la frecuencia con que surge la insuficiencia respiratoria por trastornos neurológicos como coma, lesión de la médula espinal a nivel cervical y un gran número de enfermedades neuromusculares agudas y crónicas. Muchos de los mismos comentarios son válidos para la función de la deglución, que en gran medida es automática y que persiste a intervalos regulares, inclusive en el sueño, pero que puede ser iniciada de modo voluntario. Aún más, las deficiencias en la deglución en muchos aspectos se asemejan a las de la respiración, como resultado de enfermedades neurológicas.
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Los sistemas autónomo, endocrino y respiratorio, aunque íntimamente vinculados, originan síndromes clínicos muy diferentes. En este capítulo se revisa de forma más estricta el sistema nervioso autónomo y los mecanismos neurales de la respiración y la deglución; en el siguiente capítulo se revisan los trastornos del hipotálamo y neuroendocrinos. La descripción que sigue de la anatomía y la fisiología sirve como introducción para ambos capítulos.
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EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
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Generalidades anatómicas
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La característica más notable del sistema nervioso autónomo es que en su mayoría está fuera del cerebro y la médula espinal, muy cerca de las estructuras viscerales ...