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En este capítulo se revisan principalmente las infecciones bacterianas del sistema nervioso central (SNC), en particular meningitis bacteriana, tromboflebitis séptica, abscesos cerebral y epidural y empiema subdural. También se describen las infecciones granulomatosas del SNC (en especial, tuberculosis, sífilis, otras infecciones por espiroquetas y algunas micosis). Asimismo, se analizan las infecciones e infestaciones del SNC causadas por rickettsias, protozoos, gusanos y piojos.
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Otras infecciones importantes del sistema nervioso se tratan de manera más apropiada en secciones diversas de esta obra. Las infecciones virales, por su frecuencia e importancia, se exponen por derecho propio en el capítulo 32. Las enfermedades por exotoxinas bacterianas (como difteria, tétanos y botulismo) se estudian con otras toxinas que afectan el sistema nervioso (cap. 41). La lepra, que en esencia es una enfermedad de los nervios periféricos, se incluye en el capítulo 43, y la triquinosis, una entidad patológica especial de los músculos, se describe en el capítulo 45.
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INFECCIONES BACTERIANAS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
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Estas infecciones llegan a las estructuras intracraneales por dos vías: propagación hematógena o por extensión desde estructuras craneales adyacentes al cerebro (oídos, senos paranasales, focos osteomielíticos en el cráneo, lesiones craneales penetrantes y fístulas congénitas) (consúltense Durand et al. y Thigpen et al.). En algunos casos, la infección es yatrógena y se introduce en el curso de una intervención quirúrgica cerebral o raquídea, la colocación de una derivación ventriculoperitoneal o, en raras ocasiones, por una aguja de punción lumbar. Cada vez más la infección es nosocomial, es decir, adquirida en las instituciones hospitalarias; en los hospitales urbanos, la meningitis nosocomial es tan frecuente como las variedades que no se adquieren en esos lugares (van der Beek et al.).
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Los mecanismos de diseminación hematógena son aún un área de investigación. El sistema nervioso no parece infectarse en la mayoría de los casos de bacteriemia o septicemia; aun así, en ciertos sujetos el único antecedente manifiesto de meningitis es la bacteriemia por neumonía o endocarditis. La característica notable de la formación de absceso cerebral es la resistencia del tejido cerebral a la infección. La inyección directa de bacterias virulentas en el cerebro de un animal rara vez genera un absceso. En realidad, el trastorno se produce de manera sostenida solo al inyectar medio de cultivo junto con las bacterias o al causar necrosis del tejido en el momento en que se inoculan las bacterias. En seres humanos, al parecer el infarto del tejido cerebral por oclusión arterial (trombosis o embolia) o venosa (tromboflebitis) es un antecedente frecuente y quizas necesario como causa de un nido necrótico.
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Los huesos del cráneo y la duramadre protegen la cavidad craneal contra las bacterias. Además, los espacios epidural y subdural craneales nunca son sitios de infecciones diseminadas por la sangre. Dicho mecanismo de protección puede ser transgredido si se produce supuración en el ...