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Ninguna modalidad abarca todos los aspectos para el diagnóstico musculoesquelético. Cada modalidad es como una herramienta de una caja, utilizada para realizar funciones específicas y resolver problemas de diagnóstico concretos. Por ejemplo, mientras que las radiografías (“rayos X”) son útiles como herramientas de detección de fracturas apendiculares (de las extremidades), la resonancia magnética (MRI) es una herramienta más útil para diagnosticar roturas de menisco en la rodilla. Utilizadas en distintas combinaciones, las diferentes modalidades pueden diagnosticar e identificar una amplia gama de patologías musculoesqueléticas. A continuación, se describen las distintas modalidades habituales en la aplicación clínica y algunos ejemplos de sus usos.
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Las radiografías son la forma predominante de diagnóstico por imagen del aparato musculoesquelético (al menos en cuanto a número de estudios). En su forma actual, los equipos de rayos X y otros de imágenes utilizan dispositivos electrónicos para producir y detectar los rayos X. En cierto sentido, puede decirse que el dispositivo utilizado para detectar los rayos X es similar al detector de una cámara digital, salvo que estas placas detectoras están diseñadas para detectar fotones de la región de los rayos X del espectro en lugar de fotones de longitudes de onda ópticas (luz). Una vez formadas en la placa detectora, las imágenes de rayos X se almacenan electrónicamente en dispositivos de almacenamiento informático, de forma similar al almacenamiento de imágenes de una cámara digital (aunque con un formato especializado). A continuación, estas imágenes de rayos X se visualizan con bibliotecas de software de almacenamiento, visualización y edición de imágenes denominadas sistemas de archivado y comunicación de imágenes (PACS, picture archiving and communication systems).
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Existe, por supuesto, una diferencia fundamental entre la formación de imágenes en fotografía digital y en radiografía digital (o computarizada). En la fotografía digital, los fotones ópticos se originan del flash, “rebotan” en el sujeto y son captados por el detector de la cámara, creando una imagen de la “superficie” del sujeto. Los rayos X tienen una longitud de onda más corta y una energía más alta que la luz visible y atraviesan más fácilmente los tejidos. Así, los rayos X pasan a través del paciente hasta la placa detectora, siendo sólo parcialmente detenidos (por lo general, dispersados o absorbidos) en el proceso. La imagen resultante es una superposición acumulativa de múltiples estructuras superpuestas que los fotones de rayos X encontraron a lo largo de su recorrido por el paciente. ¿Cómo ocurre esto? Las estructuras anatómicas internas del paciente poseen densidades variables; las estructuras de mayor densidad (como los huesos) atenúan preferentemente el haz y los órganos de menor densidad (como el pulmón) dejan pasar más fotones. Se crea así una imagen de “sombra” de las estructuras internas, como cuando se hace brillar una linterna a través del aire (a menor densidad, se permite el paso de los fotones de luz) hacia las manos de una persona (a mayor densidad, se ...