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Desde la introducción de la endoscopia flexible, el modo de realizar el diagnóstico y tratamiento de la patología gastrointestinal ha cambiado. Nuevas técnicas de imagen mejoraron el diagnóstico, en tanto que la disponibilidad de nuevos accesorios y equipos permitieron el desarrollo de la endoscopia terapéutica. Hoy en día, la endoscopia gastrointestinal es la forma más objetiva de evaluar la afección del tubo digestivo; en las últimas dos décadas, se hicieron grandes aportaciones a la terapéutica con gran impacto clínico, como es la prevención del cáncer colorrectal (CCR) mediante la polipectomía endoscópica.1,2
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La endoscopia es un método seguro y disponible en la mayoría de los centros hospitalarios con claras indicaciones en el diagnóstico, evaluación de la extensión y tratamiento en una gran variedad de situaciones clínicas. La preparación suele ser sencilla, aunque ciertos procedimientos requieren una evaluación clínica y bioquímica que incluye pruebas de coagulación, cuando se planea realizar un procedimiento terapéutico (polipectomía, gastrostomía endoscópica o colangiografía endoscópica con esfinterotomía). Para la revisión del colon es importante la limpieza previa y adecuada del órgano.
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La endoscopia convencional permite evaluar gran parte del tubo digestivo en forma segura y confiable, al proporcionar imágenes y recoger especímenes para estudios citológicos e histopatológicos. En términos generales, tiene una sensibilidad de 92% en el diagnóstico de lesiones malignas, pero al combinar muestras de citología e histología, la certeza diagnóstica alcanza hasta 98%. Permite además precisar el sitio exacto y la longitud de la lesión, lo que facilita en buena medida la planeación del tratamiento definitivo.
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El diagnóstico de pólipo es clínico; desde el punto de vista morfológico, se distinguen los pólipos pediculados de los sésiles; asimismo, de acuerdo con el tamaño y tipo histológico, se reconoce al pólipo simple, esto es, un adenoma tubular <1 cm, y al pólipo avanzado, es decir, un adenoma donde el predominio del tejido velloso es mayor de 1 cm o con displasia de alto grado.
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En estudios de necropsia, la frecuencia de pólipos es de 30 a 50%, en sujetos mayores de 55 años, y 10% de estas formaciones son de 1 cm o mayores.3 Los pólipos adenomatosos o adenomas se consideran anomalías premalignas. Se asegura que 70% de los carcinomas colorrectales se origina en adenomas.4,5 Se recomienda que los adenomas observados durante una colonoscopia se extirpen, ya que de esa manera se previene el CCR.6,7 En el cuadro 13–1 se indican las medidas de vigilancia posteriores a una polipectomía.8
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