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El derrame pleural maligno se define como la acumulación de una importante cantidad de exudado en el espacio pleural, asociado a la presencia de células tumorales o tumor en la pleura. También se incluyen los casos con derrame pleural recurrente asociados a un diagnóstico neoplásico de base.1
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La incidencia anual en EE. UU. del derrame pleural maligno se estima mayor a 150 000 casos por año; en México no se cuenta con una estimación de los casos. El derrame pleural maligno comprende entre 15 y 35% de todas las causas de los derrames pleurales, y cerca de 75% de los casos son producidos por neoplasias como los linfomas, cáncer de ovario, mama (CaMama), mesotelioma y pulmón, siendo el último que abarca cerca de un tercio de los casos.2,3
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El sistema linfático de la pleura parietal tiene un papel importante en la reabsorción del líquido pleural, por lo tanto cualquier alteración de esta puede promover la presencia de un derrame.3 Las células tumorales pueden presentar metástasis hacia la pleura a través de la vía hematógena y de forma inicial invadir la pleura visceral, posteriormente la diseminación a la pleura parietal ocurre a través de la siembra tumoral por adherencias o exfoliaciones de células tumorales hacia el líquido pleural. Otras causas de invasión pleural son la invasión linfangítica o la invasión directa por tumores que infiltran estructuras adyacentes como el pulmón, pared torácica, mediastino o diafragma. Finalmente, el desequilibrio entre la producción de líquido pleural y su drenaje desencadenan la formación del derrame pleural.1
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DIAGNÓSTICO Y CUADRO CLÍNICO
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La disnea es el principal síntoma referido por los pacientes, seguido de tos, dolor torácico, pérdida ponderal, caquexia, anorexia, entre otros. Sin embargo, 15 a 25% de los pacientes pueden ser asintomáticos. En el examen físico se presenta disminución de ruidos respiratorios, matidez a la percusión, disminución del murmullo vesicular, entre otros.4 El diagnóstico depende de estudios radiológicos, citológicos y de laboratorio. Los estudios de imagen tienen un papel inicial en el diagnóstico del derrame pleural y se pueden utilizar una radiografía de tórax, una tomografía o una tomografía por emisión de positrones (PET/TC). La radiografía de tórax puede documentar la presencia de derrames pleurales mayores a 200 ml, y este se demuestra por la presencia de una opacidad en la cavidad pleural y borramiento de los ángulos costofrénicos. La tomografía es el estándar de oro en cuanto a los métodos de imagen para la pleura, ya que, además de demostrar la presencia del derrame pleural, puede documentar la presencia del tumor primario, carcinomatosis o metástasis. El papel de la PET/TC para el derrame pleural maligno aún no se encuentra establecido, sin embargo, tiene una sensibilidad de 81% y especificidad de 74% para diferenciar un derrame pleural maligno de uno benigno.1...