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INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO
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El diagnóstico de un problema cutáneo puede ser difícil en comparación con otros aparatos y sistemas. Los análisis de sangre, las imágenes y otras pruebas estandarizadas no suelen tener utilidad para diagnosticar las enfermedades dermatológicas, como la tienen por ejemplo en la endocrinología, cardiología o la ortopedia.
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Por fortuna, la piel es fácil de examinar en forma directa sin usar tecnologías especiales ni procedimientos invasivos. Algunas de las enfermedades cutáneas frecuentes se describieron y clasificaron con gran detalle hace más de 2000 años.1
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El diagnóstico de los trastornos cutáneos puede hacerse usando dos sistemas diferentes: el sistema 1, un método rápido, intuitivo, no analítico basado sobre todo en el reconocimiento de un patrón visual, o el sistema 2, un método analítico usando algoritmos y árboles de decisiones.2,3,4 En general, los médicos más experimentados usan el sistema 1 y los novatos usan el sistema 2 para hacer un diagnóstico.2
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CARACTERÍSTICAS QUE SUGIEREN EL DIAGNÓSTICO
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Los médicos que utilizan características que sugieren el diagnóstico, identifican con rapidez los hallazgos cutáneos y los comparan con un conjunto de imágenes conservadas en su memoria a largo plazo (a veces llamado el diagnóstico en un “parpadeo”).2,3 Estas imágenes casi siempre son de hallazgos clínicos observados antes en pacientes o en fotografías de libros de texto y otras fuentes. El reconocimiento de características es más efectivo en los trastornos más frecuentes con formas de presentación típica y en manos de médicos más experimentados. Sin embargo, los estudios han mostrado que el reconocimiento de características en la interpretación del electrocardiograma (ECG)5 y en la dermatoscopia6 puede ser una estrategia diagnóstica efectiva, incluso para los médicos menos experimentados.
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Los seres humanos y todos los animales están programados para reconocer características visuales. De lo contrario, no les sería posible identificarse con facilidad y rapidez unos a otros, a los objetos o los depredadores. Se sabe que el reconocimiento de características puede aprenderse, pero ¿puede enseñarse? Uno de los problemas es que gran parte del reconocimiento de una característica visual ocurre en el subconsciente.2 Un médico experimentado casi siempre puede decir a un estudiante cuáles hallazgos cutáneos lo llevaron al diagnóstico, pero puede haber otros factores sutiles importantes, no fáciles de aclarar, que también contribuyeron al diagnóstico.
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Las manifestaciones más frecuentes de los trastornos cutáneos usados en el reconocimiento de características incluyen las siguientes:
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La morfología de la lesión primaria, sus cambios superficiales, color y tamaño.
Localización de las lesiones.
Configuración de las lesiones.
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Muchos trastornos cutáneos frecuentes tienen rasgos característicos. Por ejemplo, las placas rosas con escamas plateadas en las rodillas y los codos son características de la psoriasis (fig. 5–1). Estos patrones se cubren con más detalle en las enfermedades individuales en la Sección II.
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