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INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO
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Por lo general, las reacciones farmacológicas adversas se clasifican como reacciones tipo A (aumentadas) y B (extrañas o idiosincráticas).1 Con frecuencia, las reacciones tipo A son predecibles y causan toxicidad relacionada con la dosis, como un aumento del riesgo de hemorragias cuando se alcanza un índice internacional normalizado elevado con el uso de warfarina. Por otra parte, las reacciones tipo B se deben a procesos inmunitarios o intolerancia que ocurren al margen de la dosis del fármaco.2 Las reacciones inmunitarias pueden dividirse a su vez en inmediatas (a menudo mediadas por IgE, aunque no siempre) o de tipo tardío, como las mediadas por linfocitos T que pueden presentarse con diversas manifestaciones cutáneas y sistémicas.3 Las reacciones inmediatas ocurren minutos a horas después de la exposición al fármaco (por lo general después de la primera exposición) y las reacciones de tipo tardío parecen horas o días después de la exposición al fármaco.
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Las reacciones farmacológicas adversas cutáneas son un problema frecuente en dermatología, sobre todo en hospitales. Las reacciones farmacológicas adversas cutáneas afectan al 1% a 3% de los pacientes hospitalizados y son una causa importante de morbilidad, mortalidad, prolongación de la estancia en el hospital y una carga significativa para el sistema de salud.4,5 En ocasiones son indicadores de reacciones de hipersensibilidad sistémica con compromiso de múltiples órganos. Aunque todos los pacientes tienen riesgo de reacciones farmacológicas adversas cutáneas, los factores como la edad, género femenino e infecciones concomitantes, en particular con el virus de inmunodeficiencia humana y el virus Epstein Barr, pueden elevar el riesgo. Cualquier fármaco puede causar una reacción farmacológica adversa cutánea inmunitaria; sin embargo, ciertos fármacos están implicados con mayor frecuencia que otros. Los causantes más frecuentes son antibióticos, anticonvulsivos y antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal anti-inflammatory drugs).6
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Es preciso mantener un bajo umbral de sospecha ante una reacción farmacológica adversa cutánea, en particular cuando se trata de una erupción cutánea de causa desconocida. Las manifestaciones dermatológicas de las reacciones farmacológicas pueden ser heterogéneas. Las reacciones de tipo inmediato suelen presentarse con urticaria y angioedema. Las de tipo tardío son más frecuentes en el tronco; por lo general tienen morfología morbiliforme (maculopapular), aunque también puede haber otro tipo de exantemas, como ampollosas, en diana, pustulares y púrpura (vasculitis).6,7,8 Las reacciones farmacológicas adversas cutáneas graves típicas son el síndrome de hipersensibilidad inducida por fármaco (antes llamado exantema farmacológico con eosinofilia y síntomas sistémicos), pustulosis exantematosa generalizada aguda y síndrome de Stevens-Johnson/necrólisis tóxica epidérmica.
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Las reacciones farmacológicas adversas cutáneas son reacciones mediadas por mecanismos inmunitarios. La clasificación de Gell y Coombs las divide en cuatro tipos (cuadro 17–1). Las reacciones farmacológicas de tipo inmediato incluyen urticaria, angioedema, problemas respiratorios debidos a asma y anafilaxia con hipotonía. Estos síntomas pueden ser resultado de una reacción tipo I ...