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En 1987 aparecerá en México un nuevo libro de dermatología: Dermatología: atlas, diagnóstico y tratamiento, de Roberto Arenas.
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Arenas, uno de mis discípulos más destacados, entre los de las nuevas generaciones, a pesar de su juventud, confirma su madurez profesional con esta obra. Después de haber hecho su posgrado en el Centro Dermatológico Pascua de la Ciudad de México, bajo mi dirección, ha cumplido 10 años de trabajo en esta institución, como dermatólogo, leprólogo y micólogo, lo que le ha dado una amplia experiencia en estas ramas de la medicina, gracias a la enorme cantidad de pacientes atendidos y estudiados en ese centro.
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Durante estos años el doctor Arenas ha sido profesor ayudante en la cátedra de Dermatología de pregrado, que está a mi cargo en la Universidad Nacional Autónoma de México; también ha formado parte de la enseñanza de posgrado en el Centro Pascua. Además, ha completado su preparación en micología con la estancia de un año en París, en el Instituto Pasteur, bajo la dirección del profesor Mariat. Fue presidente de la Sociedad Mexicana de Dermatología, durante los años 1982–1984; actualmente es secretario de la Asociación Mexicana de Acción contra la Lepra, y participa en la redacción de Dermatología, Revista Mexicana, órgano de la misma.
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Lo anterior justifica el que haya emprendido la tarea que ahora comentamos.
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El libro es primordialmente un atlas, un atlas de gran calidad tanto por la selección de más de 450 ilustraciones como por la reproducción en fino papel, que ayuda a que el color se vea completamente natural. Hay magníficos atlas extranjeros, todos con el mismo inconveniente: no incluyen las enfermedades latinoamericanas de la piel, especialmente las de los mexicanos, que son muchas y muy importantes; en cambio, en este se hallan bien representadas y en cantidad adecuada, la lepra, las micosis y las parasitosis, para citar algunas.
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Por eso, esta obra no entra en competencia con otras; más bien las completa al incluir otras dermatosis menos frecuentes, si bien no menos importantes. Es bien sabido que la dermatología moderna no es sólo morfología, sino algo muy complejo, donde intervienen en gran parte ciencias básicas, genética, inmunología, bioquímica y otras ramas de la clínica, por no decir todas. Sin embargo, la morfología sigue a la cabeza. El sitio, la forma, el tamaño, el color y otros detalles son los puntos cuyo conocimiento forma la experiencia clínica del dermatólogo, el cual le permite en muchos casos un diagnóstico inmediato.
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Para el médico general, un atlas como este reemplaza la experiencia o complementa la que cada quien haya acumulado. Tomando en cuenta lo anterior, el doctor Arenas, con muy buen sentido, ha agregado al atlas un texto suficiente, que incluye principalmente el diagnóstico y el tratamiento, pero también la etiopatogenia y otros capítulos. Los complementa una bibliografía bien escogida que incluye —es obvio—, publicaciones mexicanas de importancia.
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Seguramente este libro, terminado en este año, cuando se celebra el cincuentenario de la Sociedad Mexicana de Dermatología, tendrá el éxito que se merece.
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Fernando Latapí
México, DF, verano de 1986