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El Dr. Amado Saúl Cano nació en la Ciudad de México el 1 de enero de 1931, su vida profesional marcó un periodo de oro en la dermatología mexicana y latinoamericana ya que es considerado uno de los más distinguidos maestros de la dermatología.
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Cursó sus estudios profesionales en la Facultad de Medicina de la UNAM (1948–1954). Realizó su internado de pregrado en el Hospital de la Mujer, y a finales de 1955 se presentó con el Maestro Fernando Latapí en el pabellón 11 del Hospital General de México, en donde inició sus estudios de especialidad en Dermatología, asistiendo también al Centro Dermatológico Dr. Ladislao de la Pascua. Fue Jefe del Servicio del Hospital General de México por 25 años y recibió todo tipo de homenajes y reconocimientos por sus contribuciones como dermatólogo y leprólogo. Trabajó constantemente junto con otros grandes maestros como el Dr. Fernando Latapí, Dra. Obdulia Rodríguez, Dr. Jorge Peniche, Dr. Rafael Andrade, Dra. Josefa Novales, Dr. Pedro Lavalle, quienes nos dejaron un gran legado. Escribió más de 300 artículos, numerosos capítulos de libros, y editó Dermatología, Revista Mexicana por muchos años.
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Sin ninguna duda, una de sus grandes pasiones fue la docencia, inició la residencia universitaria de Dermatología en el Hospital General de México, y fue profesor de pregrado, posgrado y participó en numerosos cursos y congresos tanto nacionales como internacionales. Su libro Lecciones de dermatología fue escrito en 1972, para servir como texto para los alumnos y dermatólogos de habla hispana, con la finalidad de que fuera una libro de consulta en la práctica diaria y que abordara las patologías más frecuentes en nuestro medio. El maestro elaboró 16 ediciones, alcanzó a ver su última versión en sistema electrónico, pero no físicamente como él lo prefería. En la presentación de la decimosexta edición, en 2015, me encargó que cuando el ya no estuviera presente, la obra se siguiera editando con el título de Saúl. Lecciones de dermatología. Nos pidió que los capítulos estuvieran actualizados por dermatólogos que hubiéramos sido sus alumnos y que tuvieran un papel importante en la docencia.
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Editar un libro como éste ha sido un gran desafío, por fin hoy se ha completado el trabajo. Agradezco enormemente la colaboración de todos mis colegas, amigos y eminentes dermatólogos que aceptaron participar como coautores de esta obra. En esta nueva edición de la obra han participado colegas egresados del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”, cuna de la dermatología mexicana. Hemos decidido invitar a un profesor extranjero, maestro de la dermatología ibero latinoamericana, Director de Educación del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología para que escribiera el capítulo “Terapéutica dermatológica”. Hemos rediseñado el contenido, eliminando dos capítulos para poder incluir en un solo capítulo las farmacodermias y separarlo de otras enfermedades inflamatorias secundarias cutáneas. Todos los capítulos han sido actualizados, renovados y con iconografía más reciente. Hemos tratado de conservar las enseñanzas básicas del maestro Saúl al tratar a los enfermos de la piel: no hacer daño, ganarse la confianza del paciente, ofrecer explicaciones claras y precisas, hacer ver al paciente lo que se puede esperar del tratamiento, indicarle qué puede hacer y qué no debe hacer, evitar excesos de consultas, medicamentos y la práctica de procedimientos innecesarios, dar atención integral (prevención, curación y rehabilitación), manifestar honradez, ética y moralidad con uno mismo y con los pacientes, atender bien al paciente, tranquilizarlo siempre y curarlo cuando sea posible.
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Por fin logramos cumplir con la tarea que nos encomendó el Maestro Amado Saúl, a quien personalmente tengo mucho que agradecerle, aún ahora, muchas veces me encuentro impartiendo clase y usando sus mismas palabras. Siempre lo recordaré con gran admiración y respeto, como una persona dinámica, como un viajero incansable, gran conversador, con amplia cultura general, muy educado, apasionado de la música, grabando discos también con canciones de su autoría (más de 180), increíblemente inteligente e intuitivo. Siempre me sentiré muy orgullosa, seguramente igual que muchos de mis colegas, de pertenecer al “Saulismo”.
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El maestro Amado Saúl alguna vez escribió: “Sin esperanza de premios y honores…” se los merece todos, siempre lo tenemos cerca.
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DRA. MARÍA IVONNE ARELLANO MENDOZA
Dermatóloga, Dermato-oncóloga
Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”