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INTRODUCCIÓN

La piel es un extenso órgano frontera y, como tal, susceptible a ser agredido por factores externos e internos; su respuesta ante tales agresiones es limitada a unos cuantos cuadros dermatológicos conocidos como dermatosis inflamatorias secundarias, antes denominados síndromes reaccionales de la piel. La piel es como un instrumento musical con pocas cuerdas y sea que se trate del Sol, las emociones, las sustancias químicas o cualquier otro agresor, hacen sonar en ella la cuerda “eczema”, la cuerda “prurigo” o la cuerda “urticaria”.

El presente capítulo es uno de los más extensos de la patología cutánea y uno de los más importantes por la frecuencia de estos padecimientos que, si bien por lo general no revisten gravedad para la vida del paciente, sí le producen molestias severas. Cerca de 20% de los padecimientos dermatológicos en la consulta del médico general y del especialista pertenece a este grupo.

En muchas de estas dermatosis intervienen fenómenos inmunológicos, por lo que es necesario considerar las bases de estos fenómenos que más adelante se involucran en cada capítulo.

BASES INMUNOLÓGICAS DE LAS REACCIONES CUTÁNEAS

Como sabemos, nuestro sistema de defensa se clasifica en inmunidad innata y adaptativa, la primera es aquella con la que nacemos y es anterior a la formación de respuestas nuevas o adaptativas. Esta última es primordial para defendernos de microorganismos externos y donde la piel juega un papel importante, por lo cual también tiene manifestaciones clínicas diferentes a otros órganos, ya que resulta visible de primera mano al ojo clínico.

La introducción de una sustancia química al organismo pone en juego una serie de mecanismos que intentan identificar a dicha sustancia, si la reconocen como propia es aceptada, lo que recibe el nombre de tolerancia, pero si es reconocida como extraña será eliminada en el proceso llamado respuesta inmune. Esta última posee tres características fundamentales: es inducida por la sustancia que penetró, es específica ante esa sustancia y tiene memoria (esquema 10–1).

La respuesta inmune corresponde a un mecanismo específico de defensa, denominado respuesta celular y humoral, aquí intervienen una serie de órganos y estructuras que constituyen el sistema inmune, formado por la médula ósea, el timo, las estructuras equivalentes a la bolsa de Fabrizio en las aves (placas de Peyer, nódulos linfáticos de intestino y apéndice, amígdalas) como órganos primarios; y los ganglios linfáticos, el bazo y nódulos linfáticos de los órganos como secundarios. La célula inmunocompetente fundamental es el linfocito con todas sus especialidades.

Cuando el resultado de esa respuesta inmune es benéfico —por ejemplo, la eliminación de un agente microbiano—, se habla de protección o inmunidad en sentido estricto. En cambio, si es perjudicial al organismo esa respuesta es conocida como hipersensibilidad —tal es el ...

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