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La criocirugía forma parte de la terapéutica dermatológica; con ella es posible eliminar lesiones benignas, premalignas y malignas. Es un método que consiste en destruir un tejido por medio de la congelación, de una forma predecible y controlada. La crioterapia se utiliza en múltiples especialidades médicas. Mediante esta técnica es posible tratar lesiones en forma rápida, con resultados estéticos y funcionales muy aceptables y de bajo costo para el paciente.
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El empleo del frío como forma terapéutica se remonta a más de 4 000 años; los egipcios lo usaban para disminuir el dolor y la inflamación. Hipócrates lo recomendaba para reducir el dolor y el sangrado, y observó que producía anestesia local; posteriormente, en la época de Napoleón, se usó el efecto anestésico del frío para realizar amputaciones.
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Hoy en día se emplean diferentes criógenos, entre ellos el óxido nitroso y el dióxido de carbono, pero sobre todo el nitrógeno líquido (NL), mismo que tiene una temperatura de −196 °C, que se puede utilizar por medio de hisopos que se sumergen en el nitrógeno y aplican directo en el tejido, aunque esto da una congelación superficial y limitada para el manejo de diversas lesiones. Otra forma de congelar es por medio de equipos destinados para este fin.
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La criobiología estudia el comportamiento de las células, cuando son sometidas a temperaturas por debajo de 0 °C; esto va de la mano de la crioterapia. Existe diferente sensibilidad al frío en las líneas celulares; así, por ejemplo, los melanocitos son más susceptibles al frío y los fibroblastos son más resistentes.
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El efecto del frío en el tejido humano depende de factores como la temperatura total alcanzada, el tiempo de congelación y descongelación, la concentración de las soluciones intracelulares que provocan una disminución del volumen celular y rotura de las membranas celulares.
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A nivel vascular, el flujo sanguíneo disminuye debido a la vasoconstricción; esto lleva a la isquemia y a la necrosis del tejido congelado. A nivel inmunológico se ha observado una estimulación del sistema inmune del huésped.
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A fin de obtener buenos resultados en el tratamiento es preciso realizar una congelación rápida; el halo de hielo que rodea la lesión (frente de congelación) debe ser, en lesiones benignas, de 1 a 2 mm, mientras que en lesiones malignas de 4 a 5 mm. La descongelación debe ser lenta, mínimo el doble del tiempo de la congelación.
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Existen dos técnicas básicas, la primera es llamada abierta y la segunda recibe el nombre de cerrada. En la abierta, el criógeno (NL) se pone directamente en contacto con el tejido (figura 27–1), en tanto que en la técnica cerrada el nitrógeno circula a través de criosondas (figura 27–2), el tejido se enfría, sin que el nitrógeno esté en contacto con el tejido.
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