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CASO DE ESTUDIO
Un varón de 65 años se somete a nefrostomía percutánea por nefrolitiasis aguda y urosepsis mientras está de viaje en la India. Recibe tratamiento antimicrobiano sistémico con ciprofloxacino durante siete días y se recupera por completo. Dos semanas después regresa a Estados Unidos y se presenta al servicio de urgencias con síntomas como confusión, disuria y escalofríos. La exploración física revela presión arterial de 90/50, pulso 120, temperatura de 38.5 °C y frecuencia respiratoria de 24. El paciente está desorientado pero la exploración no tiene nada especial. Los exámenes de laboratorio muestran leucocitosis de 24 000/mm3 y lactato sérico elevado; el examen general de orina muestra 300 leucocitos por campo y más de cuatro bacterias por campo. ¿Qué posibles microorganismos pueden ser responsables por los síntomas del paciente? ¿Qué antibióticos deben seleccionarse como tratamiento inicial por esta infección potencialmente mortal?
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El desarrollo de medicamentos antimicrobianos representa uno de los avances más importantes en terapéutica, tanto en el control o la cura de infecciones graves como en la prevención y tratamiento de complicaciones infecciosas de otras modalidades terapéuticas, como la quimioterapia contra el cáncer, la inmunosupresión y la cirugía. Sin embargo, existen pruebas contundentes de que los antimicrobianos están ampliamente sobreprescritos en pacientes ambulatorios en Estados Unidos y la disponibilidad de agentes antimicrobianos sin prescripción en muchos países en desarrollo, al facilitar el desarrollo de la resistencia, ha limitado severamente las opciones terapéuticas en el tratamiento de infecciones que constituyen un riesgo para la vida.
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La amenaza de resistencia a antimicrobianos y sus repercusiones sobre el tratamiento de infecciones graves exige atención urgente. Los US Centers for Disease Control and Prevention (CDC) y la Organización Mundial de la Salud han identificado a las bacterias resistentes a antibióticos, en especial los patógenos “ESKAPE” (Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y especies de Enterobacter) como patógenos resistentes a múltiples fármacos (MDR, multidrug-resistant) específicos. Además, los microorganismos clasificados por los CDC como amenazas para la salud que requieren atención urgente incluyen Candida auris, Enterobacterales resistentes a carbapenem, Acinetobacter resistente a carbapenem, Clostridioides difficile, y Neisseria gonorrhoeae resistente a fármacos. Hacia 2020, la Infectious Disease Society of America había lanzado la iniciativa “10 × ‘20” que animaba el desarrollo de 10 fármacos antibacterianos novedosos, eficaces y seguros, administrados por vía sistémica. Hacia 2020, 14 antibacterianos recibieron aprobación por la FDA, tres de los cuales son fármacos novedosos, y docenas están en desarrollo clínico. En el cuadro 51–1 se muestran algunos de los fármacos novedosos y su espectro de actividad, como cefalosporina anti-MRSA (ceftarolina), cefalosporina siderófora (cefiderocol), combinaciones de cefalosporina/inhibidor de β lactamasa (ceftazidima-avibactam y ceftolozano-tazobactam), combinaciones de carbapenem/inhibidor de la β lactamasa (imipenem-cilastatina-relebactam y meropenem-vaborbactam), tetraciclina (eravaciclina) y aminoglucósido (plazomicina).
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