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Algunos microbios han desarrollado formas de subvertir o evadir el sistema inmunitario innato. La siguiente línea de defensa del huésped es el sistema inmunitario adaptativo, que se compone de linfocitos (también llamados células linfoides) y sus factores de secreción (véase el cuadro 57–1).
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Una propiedad crítica de la inmunidad adaptativa es que la respuesta inmunitaria se adapta de forma específica contra diferentes microbios. En primer lugar, esto se logra al generar una enorme cantidad de linfocitos diversos, cada uno con una especificidad de antígeno única. Antes de ver a su antígeno, estos linfocitos se denominan vírgenes (figura 59–1). El funcionamiento de estas células está estrechamente relacionado con la forma en que se desarrollan a partir de las células madre, por lo que para comprender cómo funcionan los linfocitos, primero es necesario revisar su desarrollo.
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ORIGEN DE LAS CÉLULAS LINFOIDES
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Como se describe en el capítulo 58, todos los leucocitos y eritrocitos se originan a partir de células madre (figura 58–1). El progenitor linfoide común es una célula madre que da origen a los linfocitos del sistema inmunitario adaptativo, que incluye a las células B y las células T. El progenitor linfoide común también es la fuente de linfocitos innatos, como las células asesinas naturales (NK, natural killer). El proceso por el cual los progenitores linfoides comunes se convierten en linfocitos depende de las citocinas, y las mutaciones en la señalización de las citocinas pueden causar una inmunodeficiencia combinada grave, una ausencia completa de linfocitos maduros (véase Inmunodeficiencias congénitas, en el capítulo 68). El cuadro 59–1 compara varias características importantes de las células B y las células T; tales características se describen en detalle en este y en capítulos posteriores.
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