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El encéfalo y la médula espinal dependen de manera crítica de un aporte ininterrumpido de sangre oxigenada; de este modo, dependen del flujo ininterrumpido por los vasos cerebrales. Alrededor de 18% del volumen sanguíneo total en el cuerpo circula en el encéfalo, lo cual explica aproximadamente 2% del peso corporal. La sangre transporta oxígeno, nutrientes y otras sustancias necesarias para el funcionamiento apropiado del encéfalo, y se lleva metabolitos. Menos de 15 segundos después de que el flujo sanguíneo hacia el encéfalo se ha suspendido, ocurre pérdida del conocimiento, y en el transcurso de 5 minutos hay daño irreparable de tejido encefálico.
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La enfermedad cerebrovascular, o apoplejía, ocurre como resultado de alteración vascular o hemorragia, y es una de las fuentes más frecuentes de discapacidad neurológica. Dado que los vasos cerebrales tienden, cada uno, a irrigar territorios específicos del encéfalo, su oclusión da por resultado síndromes altamente estereotipados que, incluso antes de la obtención de estudios de imágenes, pueden sugerir el sitio de la lesión vascular.
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Alrededor de 50% de las admisiones a muchos servicios neurológicos con gran afluencia de pacientes se deben a accidentes cerebrovasculares. La enfermedad cerebrovascular es la tercera causa más común de muerte en las sociedades industrializadas. Dado que la trombólisis —si se logra durante las horas iniciales después de que sucede un accidente cerebrovascular— a veces puede restituir el flujo sanguíneo y mejorar el estado clínico, el reconocimiento y tratamiento tempranos del accidente cerebrovascular son esenciales.
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RIEGO ARTERIAL DEL ENCÉFALO
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El círculo de Willis (denominado así en honor al neuroanatomista inglés Sir Thomas Willis) es una red hexagonal de vasos que da lugar a todas las arterias cerebrales importantes. Recibe su riego por las arterias carótidas internas pares y la arteria basilar. Cuando el círculo está completo, contiene una arteria comunicante posterior en cada lado, y una arteria comunicante anterior.
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El círculo de Willis muestra variaciones entre los individuos. Las arterias comunicantes posteriores pueden ser grandes en uno o ambos lados (tipo embrionario); la arteria cerebral posterior en ocasiones es delgada en su primer tramo (tipo embrionario), y la arteria comunicante anterior puede faltar, ser doble o ser delgada. Pese a estas variaciones, la oclusión de cada una de las arterias cerebrales importantes por lo general produce un cuadro clínico característico.
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Características de las arterias cerebrales
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La trayectoria de las arterias de gran calibre (al menos en sus tramos iniciales) se encuentra en posición en su mayor parte ventral con respecto al encéfalo en una región relativamente pequeña. Las arterias tienen una trayectoria en el espacio subaracnoideo, a menudo en una distancia considerable, antes de entrar al encéfalo en sí; la rotura de un vaso (p. ej., de un aneurisma) tiende a causar una hemorragia subaracnoidea.
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