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1. Exploración neurológica
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Los datos obtenidos durante la realización de la historia clínica sirven para analizar con mayor detenimiento los signos que confirman o descartan la sospecha inicial; en este sentido, es recomendable hacer un repaso rápido de los datos recogidos en la anamnesis, para componer una hipótesis inicial que permita orientar la exploración de manera racional.
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El inicio de la exploración neurológica requiere una exploración pediátrica previa, además de datos antropométricos, entre los que se incluye el perímetro cefálico, con sus respectivos percentiles.
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La exploración neurológica se divide en seis apartados secuenciales: funciones mentales, pares craneales, función motora, sistema sensitivo, cerebelo y marcha.
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El estado mental o psíquico es una categoría primaria del examen del sistema nervioso. Las funciones mentales que se evalúan son: conciencia (relación con el medio ambiente), orientación (tiempo, persona y espacio), atención, memoria (reciente y antigua), información y vocabulario, cálculo, abstracción y estado de ánimo.
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En el niño menor las funciones mentales se miden mediante las respuestas adecuadas a los estímulos externos (de acuerdo con la edad, llora ante los extraños, se tranquiliza cuando lo carga la madre o se le alimenta al tener hambre o tan sólo se inquieta cuando se prepara su alimento).
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El cuadro V.13-1 presenta una descripción de los pares craneales.
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Trofismo muscular: evalúa el volumen del músculo mediante la inspección, la palpación y la comparación con otros músculos. Puede ser normotrófico, hipotrófico e hipertrófico.
Tono muscular: movilización pasiva de las articulaciones y observación de la resistencia. Las anomalías pueden ser:
Espasticidad: aumento del tono en “navaja de muelle” (resistencia inicial al movimiento, que se vence bruscamente e indica una lesión paramidal).
Rigidez por lesión extrapiramidal: contractura mantenida y su resistencia a la extensión y flexión desde el inicio hasta el final (“fenómeno de rueda dentada”).
Hipotonía: resistencia inferior a la normal al movimiento pasivo. Puede deberse a enfermedades neuromusculares, lesiones del SNC, enfermedades sistémicas o falla de uso muscular.
Distonía: contracción de músculos flexores y extensores (agonistas y antagonistas) que condiciona, al mismo tiempo, posiciones anómalas de los músculos afectados (lateralización o versión cefálica, extensión con rotación simultánea de extremidades, etcétera).
Fuerza muscular: movimiento de un segmento del cuerpo en una dirección determinada mientras se ejerce una resistencia que se pone a la oposición (cuadro V.13-2).
Reflejos: miotáticos, propioceptivos o de estiramiento muscular:
Reflejos de estiramiento muscular: son reflejos segmentarios simples y están presentes en pacientes sanos. La escala de evaluación de reflejos de estiramiento muscular se determina mediante Seidel (cuadros V.13-3 y V.13-4).
Reflejos superficiales o cutáneos: el estímulo no actúa sobre el huso neuromuscular sino sobre la piel. Entre estos reflejos se encuentran los abdominales superficiales, el cremastérico (L1, L2) y la respuesta plantar flexora o extensora.
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