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La ascitis se define como acumulación de líquido en cavidad peritoneal. Las causas más frecuentes son cirrosis hepática y malignidad; sin embargo, es útil clasificarlas de acuerdo con su fisiopatología ya que su diagnóstico diferencial es amplio (cuadro 25-1). En aproximadamente 5% coexisten dos causas.
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El estándar de oro es la ecografía, que puede detectar desde 100 ml de líquido. Los datos clínicos con mayor sensibilidad para diagnosticar ascitis son el incremento en la circunferencia abdominal, aumento de peso y edema en tobillos. En la exploración física se observan flancos abultados, matidez en flancos y matidez cambiante. El signo de la ola es poco sensible, aunque muy específico. De acuerdo con su gravedad, la ascitis se clasifica en grados 1, 2 y 3. El grado 1 sólo puede detectarse mediante ultrasonido; en el grado 2 se observa distensión abdominal moderada, y el grado 3 presenta distensión abdominal muy marcada a la presión.
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Para estudios diagnósticos, se necesita la paracentesis de todos los pacientes con ascitis de reciente inicio. Los exámenes iniciales del líquido comprenden observación de apariencia, cuenta celular con diferencial, albúmina y proteínas totales. En caso de sospecha de infección, deben realizarse cultivos en frascos de hemocultivo. El resto de los estudios se realizarán según sospecha clínica (cuadro 25-2).
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Se recomienda clasificar a los pacientes de acuerdo con el gradiente de albúmina sérica-albúmina en ascitis (GASA); si ésta es ≥ 1.1 mg/dl tiene una precisión de 97% para ascitis por hipertensión portal (cuadro 25-2).
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Ascitis en cirrosis hepática
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