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La imagen del hombro sigue siendo un desafío, relacionado principalmente con las múltiples capas de superposición de tejidos blandos y óseos. A menudo, una imagen refleja no sólo una estructura única, sino más bien esa estructura superpuesta a otras estructuras. Esto lleva a numerosas imágenes “especiales”, que intentan aislar mejor la estructura deseada. Al igual que en la rodilla, los médicos han comenzado a utilizar cada vez más imágenes de resonancia magnética (MRI, Magnetic Resonance Imaging), como una modalidad más definitiva, por su capacidad de proporcionar las diferencias entre tejidos blandos y óseos.
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El hombro es la articulación más móvil del cuerpo y está compuesto por un verdadero complejo de articulaciones, tanto de hueso como de tejido blando. Una descripción más apropiada señala que está diseñado para proporcionar movilidad con estabilidad secundaria. Los componentes óseos son el húmero, la escápula y la clavícula, mientras que la articulación del tejido blando está en la escápula y el tórax (articulación escapulotorácica).
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La clavícula presenta un mecanismo cigüeñal-puntal que mantiene la habilidad del brazo, al tener una posición funcional, lo que permite su trabajo de forma eficiente. La clavícula es a menudo la víctima de caídas sobre el hombro o está asociada a traumas directos producidos por accidentes con vehículos, particularmente bicicletas.
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La escápula se inserta dentro de los tejidos blandos para permitir la función apropiada del brazo, a través de la orientación de la cavidad glenoidea en relación con la cabeza humeral. Este proceso, perfectamente sincronizado, se describe como ritmo escápulohumeral y proporciona las funciones armoniosas de la extremidad superior, mientras permite que se ancle al tronco. La articulación escapulotorácica es responsable de una rotación hacia arriba y un movimiento deslizante que requiere una secuencia bien orquestada de acciones musculares proximales, en sincronía con rotadores humerales (en realidad, centrado en la compresión de la cabeza del húmero sobre el glenoides) y los movimientos del húmero culminan en la acción funcional de la extremidad superior. La proyección superior de la escápula incluye el acromion que proporciona la “cubierta” de la articulación glenohumeral propiamente dicha, mientras que la proyección inferior es la apófisis coracoide que sirve como ancla a las inserciones de los músculos y los ligamentos.
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El húmero posee una cabeza redondeada proximal que se articula con la parte posterior de la cavidad glenoidea de la escápula (figura 11-1). Así, la cabeza redonda sentada/posicionada sobre un “platillo” plano, proporciona una articulación glenohumeral intrínsecamente inestable que también está determinada por el pequeño tamaño de la glenoides. El rodete glenoideo es un borde fibrocartilaginoso que ayuda a aumentar el contacto entre estas estructuras, mediante la mejora del grosor de la superficie periférica igual que hace el menisco de la rodilla. Aunque es muy denso, sólo modalidades especiales de imagen definen bien esta estructura fibrosa en forma de cuña, siendo la MRI la que se aplica comúnmente hoy en día.
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