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Varón de 66 años de edad que ingresó en el hospital con una concentración plasmática de K+ de 1.7 meq/L y una profunda debilidad. El paciente había notado una debilidad progresiva durante varios días, hasta el punto en el cual era incapaz de levantarse de la cama. Los antecedentes personales eran relevantes por cáncer pulmonar microcítico con metástasis a encéfalo, hígado y glándulas suprarrenales. Un año antes del actual ingreso, el paciente había sido tratado con un ciclo de cisplatino-etopósido, que se complicó con lesión renal aguda (valor máximo de creatinina 5 mg/100 ml, con nefropatía crónica residual), y con tres ciclos subsiguientes de ciclofosfamida-doxorrubicina-vincristina, además de 15 ciclos de radioterapia a todo el cerebro.
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A la exploración física, el enfermo estaba ictérico. La presión arterial (BP, blood pressure) era de 130/70 y aumentó a 160/98 después de la administración de 1 L de solución salina, con una JVP de 8 cm. Había debilidad muscular generalizada.
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La evolución del paciente en el hospital se complicó por insuficiencia respiratoria aguda atribuida a embolia pulmonar; murió a las dos semanas de su ingreso al hospital.
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ESTRATEGIA DIAGNÓSTICA
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¿Por qué estaba hipopotasémico este paciente? ¿Por qué se encontraba débil? ¿Por qué tenía alcalosis?
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Este paciente padecía cáncer pulmonar microcítico (SCLC) metastásico, persistente a pesar de haber recibido varios ciclos de quimioterapia y radioterapia. Se presentó con profunda hipopotasemia, alcalosis, hipertensión, debilidad profunda, ictericia y empeoramiento de las pruebas de función hepática.
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Con respecto a la hipopotasemia, no había una causa evidente de pérdida extrarrenal de potasio, por ejemplo, diarrea. El TTKG urinario fue de 11.7 con una concentración plasmática de K+ de 1.7 meq/L; este valor de TTKG es congruente con una secreción renal de K+ inadecuada a pesar de una grave hipopotasemia. El TTKG se calcula con la siguiente fórmula: (Posmol X Upotasio)/(Ppotasio X Uosmol). Los valores esperados para el TTKG son < 3 en presencia de hipopotasemia y > 7 a 8 en presencia de hiperpotasemia (véanse los casos 2 y 6). Una razón K+/creatinina en orina >13 mmol/g de creatinina (>1.5 mmol/mmol de creatinina) es compatible con excreción excesiva de K+ por vía renal.
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Había varias explicaciones para la pérdida renal excesiva de potasio. Primero, el paciente había tenido el antecedente de lesión renal aguda relacionada con el cisplatino, con nefropatía crónica residual. El cisplatino puede provocar alteraciones tubulares renales persistentes con hipopotasemia e hipomagnesemia importantes; no obstante, este paciente no había necesitado antes potasio o magnesio, lo cual sugiere que las anomalías tubulares renales relacionadas con el cisplatino no participaron de manera importante en este caso con hipopotasemia grave. Segundo, en el momento del ingreso el sujeto presentó hipomagnesemia; esto indica agotamiento del magnesio corporal total, lo cual tiene efectos inhibidores sobre la actividad de la Na+/K+-ATPasa muscular; tal situación disminuye el ingreso a las células musculares y se presenta un aumento secundario de la excreción de K+. El agotamiento de magnesio también incrementa la secreción de K+ por la nefrona distal; esto se atribuye a una reducción del bloqueo intracelular de la salida de K+ a través del conducto secretor de K+ en las células principales (conducto de K+ medular renal externo [ROMK, renal outer medullary K+ channel]; fig. C1-1) dependiente del magnesio. En términos clínicos, los pacientes hipomagnesémicos no responden a la sustitución de K+ si no se sustituye el magnesio. Pero como se había mencionado, este enfermo no había tenido hipopotasemia importante antes a pesar
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de la hipomagnesemia periódica y, por tanto, debieron ser otros factores los que causaron la hipopotasemia grave
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La hipertensión asociada en este caso sugirió un aumento de la actividad mineralocorticoide que provocó mayor actividad de los conductos de ENaC en las células principales, retención de NaCl, hipertensión e hipopotasemia. El incremento del transporte de Na+ mediado por ENaC en las células principales habría originado aumento de la diferencia de potencial negativo de la luz en el túbulo conector y el conducto colector cortical, lo cual conduce a un aumento en la secreción de K+ por los conductos de K+ apicales (fig. C1-1). Esta explicación es compatible con el valor muy alto del TTKG, es decir, un aumento en la excreción de K+ que es inadecuada para la concentración plasmática del mismo.
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¿Qué provocó un aumento en la actividad mineralocorticoide en este paciente? El individuo tenía metástasis suprarrenales bilaterales, lo cual indica que es improbable el hiperaldosteronismo primario. La presentación clínica (hipopotasemia, hipertensión y alcalosis) y el antecedente de cáncer pulmonar microcítico sugirió síndrome de Cushing, con un aumento masivo de los glucocorticoides circulantes, en respuesta a la secreción ectópica de hormona adrenocorticotrópica (ACTH, adrenocorticotropic hormone) por el tumor de SCLC. El cortisol plasmático muy elevado, la alta concentración de ACTH y el aumento del cortisol urinario (véanse antes los datos de laboratorio) confirmaron el diagnóstico.
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¿Por qué un incremento del cortisol circulante provoca una elevación aparente en la acción mineralocorticoide? El cortisol y la aldosterona tienen igual afinidad por el receptor mineralocorticoide (MLR, mineralocorticoid receptor); por eso, el cortisol tiene actividad de tipo mineralocorticoide. Sin embargo, las células de la nefrona distal sensibles a aldosterona (el túbulo contorneado distal [DCT, distal convoluted tabule], el túbulo conector [CNT, connecting tubule] y el conducto colector) están protegidas del cortisol circulante gracias a la enzima 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa-2 (11βHSD-2, 11β–hydroxysteroid dehydrogenase-2), la cual convierte al cortisol en cortisona (fig. C1-2); la afinidad de la cortisona por el MLR es mínima. La activación del receptor de mineralocorticoide activa la Na+/K+-ATPasa basolateral, el cotransportador Na+-Cl- sensible a tiazida en el DCT y los conductos apicales ENaC en las células principales del CNT y el túbulo colector (fig. C1-2). Las mutaciones recesivas de pérdida de la función del gen 11βHSD-2 ocasiona la activación del MLR dependiente de cortisol y el "síndrome de exceso aparente de mineralocorticoides" (SAME), que incluye hipertensión, hipopotasemia, hipercalciuria y alcalosis metabólica, con supresión de la actividad plasmática de renina (PRA) y de la aldosterona. Un síndrome similar es debido a la inhibición bioquímica de 11βHSD-2 por el ácido glicirretínico-glicirrizínico (que se encuentra en el orozuz, o regaliz, por ejemplo) o la carbenoxolona.
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En el síndrome de Cushing provocado por aumentos de la ACTH hipofisiaria, la incidencia de hipopotasemia es de sólo 10%, en tanto que en los pacientes con secreción ectópica de ACTH es casi 70%, a pesar de que hay una incidencia similar de hipertensión. La actividad de la 11βHSD-2 renal está disminuida en pacientes con ACTH ectópica en comparación con el síndrome de Cushing, lo cual provoca un síndrome de exceso aparente de mineralocorticoide; la teoría prevalente es que la producción mucho mayor de cortisol en los síndromes de ACTH ectópica sobrepasa a la enzima 11βHSD-2 renal, lo cual provoca una activación de los MLR renales por el cortisol que no se metaboliza (fig. C1-2).
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¿Por qué el paciente está tan débil? El enfermo se encuentra sumamente débil por el efecto combinado de hipopotasemia y aumento del cortisol. La hipopotasemia provoca hiperpolarización del músculo, alterando así su capacidad para despolarizarse y contraerse. La debilidad e incluso la parálisis ascendente con frecuencia pueden complicar la hipopotasemia grave. La hipopotasemia también provoca miopatía y predispone a la rabdomiólisis; sin embargo, destaca el hecho de que el paciente tuviera una concentración normal de creatina fosfocinasa (CPK). El síndrome de Cushing con frecuencia se acompaña de miopatía proximal por los efectos de pérdida de proteínas que tiene el exceso de cortisol.
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El paciente presentó un trastorno acidobásico mixto, con una alcalosis metabólica significativa y una concentración de bicarbonato de 44 meq/L. Se realizó una gasometría poco después del ingreso; en pacientes hemodinámicamente estables, los valores de los gases en sangre arterial y venosa muestran un nivel alto de concordancia que permite la interpretación de los trastornos acidobásicos con los resultados de gases venosos. En respuesta a esta alcalosis metabólica, la PCO2 debe incrementarse 0.75 mmHg por cada aumento de 1 meq/L del bicarbonato; la PCO2 esperada debe ser cerca de 55 mmHg. Si se considera la PCO2 de 62 mmHg, el paciente tenía una acidosis respiratoria adicional, causada probablemente por debilidad de los músculos respiratorios a causa de la hipopotasemia aguda y el hipercotisolismo subagudo.
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El desequilibrio aniónico (AG, anion gap) ajustado con albúmina fue de 21 + (4-2.8) X 2.5= 24; esto sugiere que existe un tercer trastorno acidobásico: acidosis con AG. Es notable que el valor del AG pueda aumentar en la alcalosis por elevaciones de las concentraciones de proteína plasmática (en la alcalosis hipovolémica) y el incremento de la carga neta negativa de las proteínas plasmáticas relacionado con la alcalemia; ambos componentes provocan un aumento en los "aniones no medidos". Sin embargo, este paciente no tenía agotamiento de volumen ni alcalemia importante, lo cual indica que estos efectos tenían poca participación en el incremento del AG. La alcalosis también estimula un aumento de la producción de ácido láctico por la activación de la fosfofructocinasa y la glucólisis acelerada; por desgracia, en este sujeto no se midió la concentración de ácido láctico. A este respecto, se debe hacer notar que la alcalosis por lo general aumenta las concentraciones de ácido láctico sólo 1.5 a 3 meq/L y que el enfermo no tenía una alcalemia importante. De manera independiente a la fisiopatología subyacente, el incremento del AG estaba probablemente relacionado con la alcalosis metabólica, teniendo en cuenta que el AG había bajado a 18 en el segundo día de hospitalización, coincidiendo con una reducción del bicarbonato plasmático.
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¿Por qué el paciente tenía alcalosis metabólica? La activación de los receptores mineralocorticoides de la nefrona distal aumenta la acidificación en dicha nefrona y la secreción neta de ácido. Como consecuencia, el exceso de mineralocorticoides provoca alcalosis metabólica resistente a la solución salina, la cual se exacerba de forma importante con la presencia de hipopotasemia. Ésta última tiene una participación central en la generación de la mayoría de las variantes de alcalosis metabólica, al estimular la producción de amonio en el túbulo proximal, la reabsorción de bicarbonato en el túbulo proximal y la acción de la H+, Na+/K+-ATPasa en el túbulo distal.
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ESTRATEGIA TERAPÉUTICA
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La principal prioridad en el tratamiento de este paciente era aumentar rápidamente las concentraciones plasmáticas de K+ y magnesio; los sujetos con hipomagnesemia no responden a la sola sustitución de K+, lo que obliga a corregir la hipomagnesemia de inmediato. Esto se logra con la administración de K+-Cl- por vías oral e intravenosa, un total de 240 meq durante las primeras 18 h; también se suministran 5 g de sulfato de magnesio IV. Se administraron por vía IV múltiples "minibolsas" de 100 ml de solución salina con 20 meq cada una, con vigilancia cardiaca y medición frecuente de los electrólitos plasmáticos. Cabe destacar que el K+-Cl- siempre se debe administrar en soluciones salinas porque las soluciones glucosadas pueden aumentar las concentraciones de insulina y exacerbar la hipopotasemia.
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Este caso ilustra la dificultad para predecir el déficit corporal total de K+ en pacientes hipopotasémicos. En ausencia de una redistribución anormal de K+, el déficit total se correlaciona con la concentración plasmática de K+, con reducciones cercanas a 0.27 mM por cada decremento de 100 mmol de los depósitos corporales totales; esto sugeriría un déficit de ~650 meq de K+ en este paciente, al ingresar con una concentración de K+ de 1.7 meq/L.
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Sin embargo, es notable que la alcalemia induce un cambio intracelular moderado del K+ circulante y, por tanto, la concentración plasmática inicial de K+ de este paciente no era un indicador ideal del déficit total de potasio. Sin importar la fisiopatología subyacente en este caso, siempre es importante vigilar de cerca la concentración plasmática de K+ durante la corrección de la hipopotasemia grave para calibrar la idoneidad de la sustitución y evitar una corrección excesiva.
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El tratamiento subsiguiente del síndrome de Cushing de este paciente y de la secreción ectópica de ACTH se complicó con trastornos respiratorios. El pronóstico en sujetos con secreción ectópica de ACTH depende de las características histológicas del tumor y de la presencia o ausencia de metástasis a distancia. El pronóstico de este paciente era excepcionalmente desfavorable por el SCLC ampliamente metastásico que no había respondido al tratamiento; otros pacientes con secreción ectópica de ACTH provocada por tumores más benignos, aislados, por lo general tumores bronquiales carcinoides, tienen un pronóstico mucho mejor. En ausencia de una resección quirúrgica exitosa del tumor causante, el tratamiento de este síndrome pude consistir en suprarrenalectomía quirúrgica o en un tratamiento médico para bloquear la producción suprarrenal de esteroides.