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El ritmo del corazón del feto está sujeto a variaciones considerables, lo que nos proporciona un medio bastante confiable para juzgar el bienestar del niño. Como regla general, su vida se debe considerar en peligro cuando los latidos del corazón caen por debajo de 100 o exceden 160.
—J. Whitridge Williams (1903)
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Hace más de 100 años, el enfoque de la evaluación fetal era bastante primitivo. Desde ese momento y especialmente desde la década de 1970, la tecnología para evaluar la salud del feto avanzó notablemente. Las técnicas empleadas actualmente para pronosticar el bienestar fetal se centran en los hallazgos biofísicos fetales como el ritmo cardiaco, el movimiento, la respiración y la producción de líquido amniótico. Estos hallazgos contribuyen a la vigilancia previa al parto para prevenir la muerte fetal y evitar intervenciones innecesarias que son objetivos declarados del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos y de la Academia Americana de Pediatría (2017).
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La mayoría de los fetos se mantendrá saludable y, por lo general, el resultado negativo (es decir, normal) de una prueba previa al parto es altamente tranquilizador, ya que las muertes fetales en una semana con un resultado normal en la prueba son poco frecuentes. De hecho, los valores predictivos negativos (una verdadera prueba negativa) para la mayoría de las pruebas descritas son de 99.8% o más. Por el contrario, las estimaciones de los valores predictivos positivos (una prueba verdaderamente positiva) para los resultados de pruebas anormales son bajas y oscilan entre 10 a 40%. Es importante destacar que la vigilancia fetal se basa principalmente en evidencia circunstancial. No se han realizado ensayos clínicos aleatorios definitivos por obvias razones éticas (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2016).
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La actividad fetal pasiva no estimulada comienza a partir de las 7 semanas de gestación y se vuelve más sofisticada y coordinada al final del embarazo (Sajapala, 2017; Vindla, 1995). De hecho, más allá de las 8 semanas menstruales, nunca faltan movimientos corporales fetales por periodos que exceden los 13 minutos (DeVries, 1985). Entre 20 y 30 semanas de gestación, los movimientos generales del cuerpo se organizan y el feto comienza a mostrar ciclos de descanso y actividad (Sorokin, 1982). La maduración del movimiento fetal continúa hasta aproximadamente las 36 semanas, cuando los estados conductuales se establecen en la mayoría de los fetos normales. Nijhuis y colegas (1982) describieron cuatro estados de comportamiento fetal:
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El estado 1F es un estado de inactividad (sueño tranquilo), con un estrecho rango oscilatorio del ritmo cardiaco fetal.
El estado 2F incluye movimientos corporales frecuentes, movimientos oculares continuos y una oscilación más amplia del ritmo cardiaco fetal. Este estado es análogo al movimiento ocular rápido (REM, rapid eye movement) o al sueño activo en el neonato.
El estado 3F incluye movimientos ...