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En los primeros meses del embarazo, la expulsión espontánea del óvulo casi siempre está precedida por la muerte del feto. Por esta razón, la consideración de la etiología del aborto prácticamente se resuelve en determinar la causa de la muerte fetal. En los últimos meses, por otra parte, el feto nace frecuentemente con vida, y se deben buscar otros factores para explicar su expulsión.
—J. Whitridge Williams (1903)
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Al inicio del embarazo, el aborto espontáneo es un evento común. La mayoría de las pérdidas tempranas provienen de anomalías genéticas o algunas razones no identificadas. Por tanto, la oportunidad de prevención es actualmente pequeña. Las pacientes con un aborto espontáneo posterior o con un aborto espontáneo habitual probablemente tengan una causa repetitiva que puede modificarse. En contraste con estas pérdidas espontáneas, la terminación del embarazo puede ser elegida. Tanto para el aborto inducido como para el aborto espontáneo, el manejo ha evolucionado para incluir opciones quirúrgicas o médicas, y los profesionales deben comprender estas técnicas y sus posibles complicaciones.
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El aborto se define como la interrupción espontánea o inducida del embarazo antes de la viabilidad fetal. Por tanto, es apropiado que el aborto espontáneo y el aborto sean términos intercambiables. Sin embargo, el uso popular del aborto por parte de laicos implica la finalización prevista del embarazo, y muchos prefieren el aborto espontáneo por pérdida espontánea. Por el contrario, el aborto inducido describe la terminación quirúrgica o médica de un feto vivo que no ha alcanzado la viabilidad.
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Los términos usados para definir la viabilidad fetal y por tanto un aborto varían entre las organizaciones autorizadas. El Centro Nacional de Estadísticas de Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud definen el aborto como la interrupción o la pérdida del embarazo antes de las 20 semanas de gestación o con un feto expulsado con un peso <500 g. Estos criterios, sin embargo, son algo contradictorios porque el peso promedio al nacer de un feto de 20 semanas es de 320 g, mientras que 500 g es el promedio de 22 a 23 semanas (Moore, 1977). La confusión adicional puede derivar de los criterios establecidos por las leyes estatales que definen el aborto aún más ampliamente.
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Los desarrollos tecnológicos se han agregado a la terminología actual del aborto. Por ejemplo, la medición precisa de las concentraciones séricas de la gonadotropina coriónica humana (hCG, human chorionic gonadotropin) puede identificar embarazos extremadamente tempranos. Además, la ecografía transvaginal permite una mayor inspección de embarazos fallidos, pero las recomendaciones varían en cuanto a términos para: (1) concepciones tempranas en las que no se observan productos de manera ecográfica, (2) embarazos que muestran un saco gestacional pero no embriones, y (3) aquellos en el que se ve un embrión muerto (Kolte, 2015; Silver, 2011). Además, ...