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Cualquier agrandamiento excesivo del abdomen o la aparición de síntomas de presión siempre deben conducir a un examen cuidadoso, y en no pocos casos se encontrará un tumor que ocupa la cavidad pélvica. En raras ocasiones los tumores malignos del recto también pueden obstruir el canal pélvico y hacer que la cesárea sea imperativa.
—J. Whitridge Williams (1903)
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Cualquier neoplasia puede complicar el embarazo y según lo escrito por Williams, el examen físico a menudo sugiere el diagnóstico. Las imágenes actuales también permiten identificar un mayor número de estas antes del parto. Las neoplasias benignas son las que más se encuentran, así como los leiomiomas uterinos y los quistes ováricos son los más frecuentes.
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El cáncer tiene una incidencia de aproximadamente 1 por 1 000 embarazos (Parazzini, 2017; Salani, 2014). Un tercio se diagnostica antes del parto y los otros dentro de los 12 meses posteriores al parto. Algunos de los más frecuentes se muestran en la figura 63-1. El cáncer de mama se encuentra en 1 de cada 5 000 embarazos, de tiroides en 1 cada 7 000 y cervical en 1 cada 8 500 (Smith, 2003). Estos, junto con el linfoma y el melanoma, representan 65% de los casos de malignidad en el embarazo (Eibye, 2013). Para algunos cánceres —ovario, endometrio y mama— la evidencia sugiere que los partos repetidos son protectores (Högnäs, 2014).
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Durante el embarazo el manejo del cáncer plantea problemas únicos relacionados con las preocupaciones fetales y el tratamiento debe ser individualizado. Las consideraciones incluyen el tipo y la etapa de malignidad, el deseo de continuar con el embarazo y los riesgos inherentes asociados con modificar o retrasar el tratamiento del cáncer.
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PRINCIPIOS TERAPÉUTICOS DEL CÁNCER EN EL EMBARAZO
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La intervención quirúrgica por cáncer puede estar indicada con fines diagnósticos, de estadificación o terapéuticos. Es una fortuna que la mayoría de los procedimientos que no interfieren con el aparato reproductor son bien tolerados por la madre y el feto (capítulo 46, Medicamentos y cirugías). Aunque es clásico que muchas operaciones se han diferido hasta después de las 12 a 14 semanas de gestación para minimizar los riesgos de aborto involuntario, esto probablemente no sea necesario. Opinamos que la cirugía debe realizarse independientemente de la edad gestacional, si el bienestar materno está en peligro.
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Tanto el embarazo como el cáncer son factores de riesgo para el tromboembolismo venoso (VTE, venous thromboembolism). En un estudio, Bleau y colaboradores (2016)...