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INTRODUCCIÓN

El control de la función motora, para el que la mayor parte del sistema nervioso humano está programado, se efectúa gracias a la acción integrada de una gran variedad de motoneuronas segmentarias y suprasegmentarias. Como lo concibió primero Hughlings Jackson en 1858, con base sólo en las observaciones clínicas, el sistema motor está organizado de manera jerárquica en tres niveles y cada nivel superior controla el que se halla debajo. Jackson tenía el concepto de que las neuronas raquídeas y del tronco del encéfalo representan los centros motores más bajos, más sencillos y organizados de manera más estrecha; que las motoneuronas de la región frontal posterior constituyen el segundo centro motor más complejo y organizado de manera menos estrecha y, por último, que las partes frontales anteriores del cerebro conforman el tercer centro motor y el más elevado. Este esquema aún se considera en esencia correcto, aunque Jackson no reconoció la importancia del lóbulo parietal y los núcleos basales en el control motor.

En fecha más reciente, los estudios funcionales de imagen han analizado la organización motora y encontraron que es bastante compleja. Los sistemas motor y sensitivo, aunque separados con fines clínicos prácticos, no son entidades independientes, sino integradas de modo estrecho. El control motor es ineficaz sin retroalimentación sensitiva. Además, a los niveles corticales más elevados del control motor, la motivación, la planeación y las restantes actividades del lóbulo frontal destinadas a los movimientos voluntarios, les precede y modula siempre actividad en la corteza sensitiva parietal.

En términos simples, los estudios fisiológicos indican que las siguientes partes del sistema nervioso participan principalmente en el control del movimiento y, a lo largo de la enfermedad, dan origen a varias alteraciones características. Los axones de las motoneuronas grandes de las astas anteriores de la médula espinal y de los núcleos motores del tronco del encéfalo constituyen las raíces raquídeas anteriores, los nervios raquídeos y los pares craneales, e inervan los músculos esqueléticos. Estas células nerviosas y sus axones conforman las motoneuronas inferiores, cuyas lesiones resultan en pérdida de los movimientos voluntario, automático, postural y reflejo. Las motoneuronas inferiores son la vía final común por la que todos los impulsos nerviosos se transmiten al músculo. Las motoneuronas de la corteza frontal adyacente a la fisura rolándica (vía motora) se conectan con las motoneuronas espinales por un sistema de fibras que se conoce como fascículo o vía piramidal, por su forma colectiva en los cortes transversales a través del bulbo raquídeo. Las fibras motoras que van de la corteza cerebral a la médula espinal no se limitan a la vía piramidal y por ello se les ha designado, en un intento de definirlas mejor, haz corticoespinal o, de forma alternativa, motoneuronas superiores, para diferenciarlas de las inferiores. Varios núcleos del tronco del encéfalo que se proyectan hacia la médula espinal, sobre todo los núcleos reticulares pontinos y bulbares, los núcleos vestibulares y los núcleos ...

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