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Agradezco de corazón al Prof. Jesús A. Fernández-Tresguerres que me haya encomendado el prólogo de la quinta edición de su prestigioso libro de texto Fisiología humana. Son varias circunstancias por las que me ilusiona este cometido. En primer lugar el prestigio científico, académico y universitario del autor, seguido de la difusión y autoridad de la obra, que es hoy la más considerada y utilizada en los centros de enseñanza biomédica de habla española, tanto en Europa (España y Portugal) como en Iberoamérica (México, Colombia, Venezuela, Argentina, Chile, Uruguay, etc.).
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Por otra parte, es para mí muy importante que el ya “Tresguerres”; —en la calificación de éxito que le auguraba el Prof. Laín en su prólogo a la primera edición de este libro— no sólo se utilice con eficacia y prestigio en todos estos países, sino que cuente con autores de prácticamente todos ellos. Es una muestra más del progreso en investigación en ciencias biomédicas en todos los países que hablan español, tanto americanos, como europeos. Ello me retrotrae a la más bonita experiencia universitaria que he tenido en mi vida en la América Ibérica. Efectivamente, hace ahora 35 años, en el año 1983, organicé en colaboración con el Prof. Elio García Austt y patrocinado por el Instituto de Cultura Hispánica, el primero de seis Cursos Iberoamericanos de Neurociencia. Este primero, al igual que los de los años 1984 y 1985, tuvieron lugar en Caracas (Venezuela), los de los años 1986 y 1987 en Montevideo (Uruguay) y el de 1988 en Porto Alegre (Brasil). En ellos participaron como alumnos 180 investigadores de toda Iberoamérica (30 cada año), que recibieron durante quince días una formación teórico-práctica en temas avanzados de Neurociencia. Los profesores fueron la mitad españoles y la otra mitad iberoamericanos. El interés, entusiasmo y aprovechamiento de los alumnos fueron enormes, hasta el punto de que fueron muchos los que encontré en años posteriores presentando comunicaciones a la, ya entonces, prestigiosa Society for Neuroscience de Estados Unidos y también, alguno de ellos, se encuentran entre los autores de este libro.
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He tenido el privilegio de vivir en primera persona, y en activo, esa maravillosa época que comprende la segunda mitad del siglo XX y estas dos primeras décadas del siglo XXI, donde la ciencia y la técnica han sufrido una transformación impresionante e inimaginable. Una consecuencia de estos cambios ha sido poder vivir en primera persona un avance de la investigación científica y enseñanza multidisciplinares de las ciencias biomédicas.
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Fue gracias a una invitación del Prof. Horace Magoun en la Universidad de California en Los Ángeles, como profesor invitado en el año 1960, donde inicié un estrecho contacto con los modernos y revolucionarios métodos docentes en las escuelas de medicina, y organizativos e investigadores en las universidades norteamericanas. A finales del decenio de 1950-1959 se había puesto en marcha en la escuela de medicina de The Case Western Reserve en Cleveland (Ohio) un plan de estudios de la enseñanza integrada de la medicina que fue eficazmente extendiéndose al resto de universidades de Estados Unidos y Canadá. A finales del decenio de 1960-1969 la mayor parte de las escuelas de medicina norteamericanas, tanto las tradicionales y prestigiosas, como la de Harvard en Boston y la de Montreal en Canadá, e incluso también en las que entonces empezaban su andadura, disponían de un plan de la enseñanza integrada de medicina. Enseñanza integrada que se extendió en facultades experimentales en Iberoamérica, alguna facultad en el Reino Unido y en España, con evidente éxito, en las Universidades de Navarra y Autónoma de Madrid, en los decenios de 1960-1969 y 1970-1979, respectivamente. Esta enseñanza integrada tuvo un éxito especial en el estudio e investigación del sistema nervioso. En 1969 nació en Estados Unidos la Society for Neuroscience, en 1975 lo hizo en Europa la European Neuroscience Association y en 1985 la Sociedad Española de Neurociencia.
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A partir del decenio de 1960-1969, la ciencia ha hablado en inglés, y en inglés y en revistas de impacto hemos debido publicar nuestros artículos. Pronto la ciencia se hace también, como hemos visto, multidisciplinar y es la calidad de un artículo, y no la adscripción a una materia, la que decide su aceptación. Recuerdo que en 1959 enviamos desde mi laboratorio un artículo (que utilizaba técnicas morfológicas y fisiológicas) para su publicación al Journal of Comparative Neurology (revista esencialmente morfológica) y contestaron desde la editorial que estaba aceptado en esta revista y en el American Journal of Physiology, que lo publicaban en la que yo prefiriera. Fue publicado en la primera en 1960. Cuatro años después publicamos un trabajo multidisciplinar en la revista científica más prestigiosa del momento, Science, en lo que fue el primer trabajo publicado por autores españoles desde España en la revista Science.
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En los años siguientes todo creció de forma exponencial: nuevas revistas de ámbito internacional en inglés, las que se publicaban en otro idioma, incluso alemán, empiezan a publicarse en inglés, crecen las técnicas, cada vez más sofisticadas y precisas, el trabajo es cada vez más pluridisciplinar e integrado, lo que es facilitado por la aparición de nuevos medios de comunicación y procesamiento de la información: “la Revolución internet”, etc.
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Nos aproximábamos al fin del siglo y comenzaron los balances del siglo que terminaba y los proyectos para el nuevo milenio. Es significativa “La década del Cerebro” que organizó la Society for Neuroscience, bajo el patronazgo del gobierno estadounidense y otras organizaciones científicas, sociales y universitarias de aquel país, para los años de 1990 al 2000. En esta década, todos unidos, neurocientíficos básicos y clínicos, integraron saberes y técnicas multidisciplinarias que, aunando los enfoques de disciplinas tradicionales y emergentes, permitieron resolver problemas y ayudaron a comprender en profundidad ese complejo órgano que es el cerebro humano y dar respuesta a su patología. Los muchos éxitos en esta década demostraron que este era el camino a seguir y no sólo en neurociencia, sino en todas las ciencias biomédicas, en el siglo XXI. Seguimos incorporando métodos, ideas y proyectos que integrarán saberes y técnicas, que permiten y permitirán resolver muchos de los problemas que tienen planteados estas ciencias.
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Es también, en la última década del siglo pasado, en 1992, cuando apareció el libro de texto Fisiología humana, con visión de futuro y de formación e integración de estudiosos de ciencias biomédicas de habla española. Crece y triunfa en las últimas tres décadas y su quinta edición se renueva: “Se han procurado actualizar todos los capítulos y se ha tenido muy en cuenta su máxima adaptación a su misión docente en el área de las ciencias biomédicas”, dice en su prefacio a esta edición el Prof. Fernández-Tresguerres, “con lo que esperamos que siga siendo del interés de los profesores y alumnos de las universidades de España, Portugal e Iberoamérica”.
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A mí me ha parecido que en los primeros capítulos del libro, dedicados a la fisiología del sistema nervioso, esta esperanza está fundamentada en que en ellos se integran todos los saberes propios de un texto de Neurociencia. Es una visión multidisciplinaria sin limitaciones entre las ciencias que la componen. Lo que es lógico, ya que la mayor parte de los autores son acreditados neurocientíficos, europeos e iberoamericanos y opino que a ello se debe, en gran medida, la calidad y el seguro éxito de esta nueva edición. También en el resto de los capítulos, es diáfano que nos encontramos ante un libro multidisciplinar y así se demuestra en la elección de autores y editores asociados, quienes conforman un grupo de científicos idóneos por su prestigio, buena información y experiencia, independientemente de su disciplina científica específica.
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La renovación y la actualización de todos los capítulos y su aportación al cometido docente en el ámbito de la biomedicina de esta quinta edición de Fisiología humana del Prof. Fernández-Tresguerres, se completa con las experiencias consolidadas de que todo tipo de aperturas a la integración y coordinación de conocimientos, ayudan a conseguir un seguro éxito formativo en estudiantes y profesores.
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Fernando Reinoso Suárez
Catedrático Emérito de la UAM