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Aunque las definiciones son inconsistentes, la incontinencia anal (AI, anal incontinence) casi siempre se define como la salida involuntaria de flatos, moco o materia fecal que causa un problema social o higiénico (Abrams, 2018; Sultan, 2017). La definición de incontinencia anal incluye la incontinencia de flatos, pero no la de incontinencia fecal (FI, fecal incontinence). En un grupo de trabajo de consenso reciente se sugirió el uso del término “escape intestinal accidental”, más centrado en la paciente, para establecer la comunicación con esta última (Bharucha, 2015).
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La incontinencia anal puede conducir a una subestimación de la imagen propia y al aislamiento; sus efectos sociales y en la calidad de vida son considerables (Johanson, 1996). Además, la incontinencia anal aumenta la probabilidad de que una paciente de edad avanzada ingrese a un asilo, en lugar de ser cuidada en casa (Grover, 2010).
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La incontinencia anal es frecuente. Según una encuesta nacional efectuada en Estados Unidos, la prevalencia de incontinencia fecal en mujeres se aproximó a 9%, según datos de 2005 a 2010 (Wu, 2014). De las personas afectadas, se observó incontinencia fecal líquida en 6.2%, moco en 3.1% y heces sólidas en 1.6% (Whitehead, 2009). La prevalencia de incontinencia fecal aumentó de 2.6% en personas de 20–30 años de edad, a 15.3% en aquellas de 70 años o más. En las mujeres mayores que viven en hogares administrados por el Estado, la prevalencia de incontinencia anal puede alcanzar 46% (Nelson, 1998). Cabe destacar que la incontinencia fecal tampoco se asocia de manera importante con la raza o el origen étnico, el grado de educación, los ingresos o el estado civil (Whitehead, 2009).
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La defecación normal y la continencia anal son procesos complejos que requieren: 1) un esfínter anal competente; 2) sensibilidad anorrectal normal; 3) capacidad y distensibilidad rectal normales, y 4) control consciente. Es lógico que los mecanismos que producen la incontinencia fecal incluyan debilidad del esfínter anal y del piso pélvico, disminución de la capacidad y distensibilidad rectales, y diarrea (Bharucha, 2015). En muchos pacientes, estos factores son aditivos.
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Contribuciones musculares
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Los contribuyentes esenciales a la continencia fecal incluyen los esfínteres anales interno y externo, y el músculo puborrectal (figuras 38–9 y 38–21). El esfínter anal interno (IAS, internal anal sphincter) se compone de los 3 a 4 cm distales, en sentido longitudinal, de la capa muscular lisa circular del colon. Está inervado por el sistema nervioso autónomo y ejerce de 70%–85% de la presión en reposo del conducto anal (Frenckner, 1975). Como resultado, el esfínter anal interno contribuye en gran parte al mantenimiento de la continencia fecal en reposo.
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